tag:blogger.com,1999:blog-76357428264052694102024-02-23T23:03:55.852-03:00Los dichos de RibeyroBitácora y archivo de Julio Ramón Ribeyro daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.comBlogger106125tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-15128276708477607172021-07-10T12:06:00.002-04:002021-07-10T12:06:38.167-04:00Decálogo para cuentistas, por Julio Ramón Ribeyro<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2oBZ4cyNl9NZwm3uJE6mBJYQOfhFCMsnR6QwQTJYFbQe8XvuoMb84d6YCv6N7Ebm16ypabNmTNpQ9WNuiaev6W6MXxKlIr1yUwzI4Nyio2sG7kDcZSdb-0LeisOhe9hfpJelJS8-IZSk/s900/julio-ramon-ribeyro+dichos+de+luder+cinosargo+rojas+pachas.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="616" data-original-width="900" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2oBZ4cyNl9NZwm3uJE6mBJYQOfhFCMsnR6QwQTJYFbQe8XvuoMb84d6YCv6N7Ebm16ypabNmTNpQ9WNuiaev6W6MXxKlIr1yUwzI4Nyio2sG7kDcZSdb-0LeisOhe9hfpJelJS8-IZSk/s16000/julio-ramon-ribeyro+dichos+de+luder+cinosargo+rojas+pachas.jpg" /></a></div><br /><p style="text-align: center;"></p><center><iframe allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/KFuqOSb-PNI" title="YouTube video player" width="560"></iframe></center><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">1. El cuento debe contar una historia. No hay cuento sin historia. El cuento se ha hecho para que el lector pueda a su vez contarlo.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">2. La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real debe parecer inventada, y si es inventada, real.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">3. El cuento debe ser de preferencia breve, de modo que pueda leerse de un tirón.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">4. La historia contada por el cuento debe entretener, conmover, intrigar o sorprender, si todo ello junto, mejor. Si no logra ninguno de estos efectos, no sirve como cuento.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">5. El estilo del cuento debe ser directo, sencillo, sin aspavientos ni digresiones. Dejemos eso para la poesía o la novela.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">6. El cuento debe solo mostrar, no enseñar. De otro modo sería una moraleja.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">7. El cuento admite todas las técnicas: diálogo, monólogo, narración pura y simple, epístola, collage de textos ajenos, etc., siempre y cuando la historia no se diluya y pueda el lector reducirla a su expresión oral.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">8. El cuento debe partir de situaciones en las que el o los personajes viven un conflicto que los obliga a tomar una decisión que pone en juego su destino.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">9. En el cuento no deben haber tiempos muertos ni sobrar nada. Cada palabra es absolutamente imprescindible.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">10. El cuento debe conducir necesaria, inexorablemente a un solo desenlace, por sorpresivo que sea. Si el lector no acepta el desenlace es que el cuento ha fallado.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-44200683058910938532018-01-19T20:58:00.001-03:002018-01-19T20:58:48.078-03:00Libros y otras interferencias #56: Videoreseña de Daniel Rojas Pachas sobre Solo para fumadores de Julio Ramón Ribeyro<center>
<iframe allow="autoplay; encrypted-media" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/OSADUJvfLV0" width="560"></iframe></center>
daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-12713445492944784142016-11-21T01:19:00.004-03:002021-07-15T11:19:54.525-04:00Conferencia de Julio Ramón Ribeyro (1984)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhc2xt7CxJ94sOhXe-H2Y9fXDusMh-NVOkhFZuurxUd8osqyjXaarW_2xM6AMj1gWuUnSuM6UmoX4hRAWY1Em3hPyzAfgcZS3dOQXnTB2wDwjlg5jCB5twL30gIzPQ36OUWo9CKlcti1Mw/s1600/77a9ac84-3223-4e59-9779-2d38f30edcfd.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhc2xt7CxJ94sOhXe-H2Y9fXDusMh-NVOkhFZuurxUd8osqyjXaarW_2xM6AMj1gWuUnSuM6UmoX4hRAWY1Em3hPyzAfgcZS3dOQXnTB2wDwjlg5jCB5twL30gIzPQ36OUWo9CKlcti1Mw/s16000/77a9ac84-3223-4e59-9779-2d38f30edcfd.jpg" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">Conferencia de Julio Ramón Ribeyro</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">Datos técnicos: Conferencia dictada en el auditorio del Banco Continental. Lima, 1984.</div>
<center>
<br /></center>
<center>
<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/kNh4N4GmMZY" width="560"></iframe></center>
daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-47491095278971394962016-06-13T10:22:00.004-04:002021-07-15T11:20:01.533-04:00Un padre llamado Julio Ramón<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_qvwLbPuQNUJ3qcVWtoi0M7o3lxk0Z28cR-pb9vt3OeUDS2PsEtPPvxBTrnrDPQpXo4ih1OEdndH8YQv36nLmum8rlMPEKEAhikpHkXsgpq9NyUcWmbuWr-L4tGcq83wEZhNWR-8Zv2E/s1600/balcon-place-Falg%25C3%25BCiere_1973-682x1024.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_qvwLbPuQNUJ3qcVWtoi0M7o3lxk0Z28cR-pb9vt3OeUDS2PsEtPPvxBTrnrDPQpXo4ih1OEdndH8YQv36nLmum8rlMPEKEAhikpHkXsgpq9NyUcWmbuWr-L4tGcq83wEZhNWR-8Zv2E/s16000/balcon-place-Falg%25C3%25BCiere_1973-682x1024.jpg" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Días de luz y sombra, como en todas las familias. Julio Ribeyro Cordero, 49 años, cineasta e hijo del escritor Julio Ramón Ribeyro, evoca en esta nota su experiencia de haber sido hijo de un padre cálido, pero absorto en sus ensueños literarios. Un padre que hoy es una leyenda.</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Por Fernando Ampuero</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Fuente: <a href="http://cosas.pe/personalidades/18940/un-padre-llamado-julio-ramon/">http://cosas.pe/personalidades/18940/un-padre-llamado-julio-ramon/</a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando Julio Ribeyro tenía 3 años solía jugar en un parque de París, ciudad donde residía con sus padres, el escritor Julio Ramón Ribeyro y la marchand de arte Alida Cordero. Una mañana de otoño, fresca y soleada, Alida tenía trabajo en casa y, por tal razón, el niño partió hacia el parque de la mano de su padre. Tan pronto llegaron, este se largó a corretear por los jardines, y Julio Ramón, como de costumbre, buscó una banca cercana, a fin de vigilarlo. Desde ahí, mientras leía “Le Monde” y otros diarios de actualidad, le echaba vistazos a su hijo o le pedía que no se alejara.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Una hora después, al regresar Julio Ramón a casa, Alida lo miró alarmada y le preguntó: “¿Y Julito? ¿Dónde está?”. Al escritor se le heló la sangre, pero enseguida dio media vuelta y echó a correr en pos del hijo olvidado.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Te acuerdas de ese incidente?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No, no – sonríe Julio –. Yo estaba jugando, no me di cuenta. Solo me enteré de aquel descuido de mi padre años más tarde.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La anécdota, ni que decir tiene, no pretende ilustrar lo bueno o mal padre que pudo haber sido Julio Ramón. Pero a lo mejor, de alguna manera, da cuenta de la naturaleza absorta del hombre que fue: un individuo observador del mundo que pasaba delante de sus narices –podía sentarse horas en la terraza de un café de Saint Germain viendo pasar a la gente– y, a la vez, alguien reconcentrado, o peor aún, incurablemente distraído.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Qué noticia habría estado leyendo Julio Ramón para olvidar a Julito?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
(Por entonces, en la vida familiar y amical, se le llamaba Julito a Julio Ribeyro, para diferenciarlo de su padre; y este trato todavía se mantiene). Eso no se sabrá nunca. Pero lo que sí queda claro es que Julio Ramón era un padre afectuoso, que pasaba mucho tiempo en casa, sobre todo después de 1973, año en que el escritor se reponía de las terribles cirugías que le impuso un cáncer, y que, en lo sucesivo, mermó mucho sus energías, aunque lo convertiría en el peruano más delgado y elegante de París.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Julito Ribeyro creció viendo a su padre en la sala de su casa, leyendo y escuchando música clásica. Rara vez lo veía escribir. Julito deduce que debía de hacerlo de noche, mientras todos dormían. Pero recuerda hasta hoy la presencia paterna, tan constante, como un grato recuerdo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y recuerda también, eso sí, que hubo días oscuros, odiosos. Meses en los que su padre estaba en el hospital y su madre andaba muy ajetreada, y, llegado el mediodía, nadie lo recogía. Julito tenía 6 años. Y en vez de almorzar en su casa, lo hacía en el quiosco del colegio, en compañía de alumnos mayores que ni lo miraban, pues allí no comían alumnos de su edad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Y por qué esto te resultaba tan odioso?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por la coliflor. El plato de coliflor hervida que servían en el quiosco. Eso me parecía la peor pesadilla. Si hoy me invitan un plato de coliflor en una cena, me pongo pálido y me siento pésimo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La adolescencia de Julito fue menos tensa. Julio Ramón, padre permisivo, no sofrenó los ímpetus de su hijo. Cuando este quiso practicar artes marciales, lo inscribió de inmediato en una academia de judo, donde llegó a cinturón negro. El padre, frágil, enjuto, sonreía ante sus progresos y, no sin cierto orgullo, comentaba con los amigos sobre su destreza y fortaleza.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Lea la entrevista completa en COSAS 594.</div>
daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-41266182161219164962016-05-26T22:52:00.003-04:002021-07-15T11:20:10.540-04:00Seis libros de Julio Ramón Ribeyro<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7vd8D9QSaMh6GiIQ9tOyW81Kxzs0PhGYUhEttJCpMH1fiPB8M-ury0BUDeXpNxykJgmK59D8DqpSV3luZZu-UmYr4oALMLIqIdqK8DTwYklVYFeTtLgZ1ZC9FplXWuXZmL_wksHR8vH8/s604/Julio+Ram%25C3%25B3n+Ribeyro+Cinosargo+Daniel+Rojas+Pachas.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="340" data-original-width="604" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7vd8D9QSaMh6GiIQ9tOyW81Kxzs0PhGYUhEttJCpMH1fiPB8M-ury0BUDeXpNxykJgmK59D8DqpSV3luZZu-UmYr4oALMLIqIdqK8DTwYklVYFeTtLgZ1ZC9FplXWuXZmL_wksHR8vH8/s16000/Julio+Ram%25C3%25B3n+Ribeyro+Cinosargo+Daniel+Rojas+Pachas.jpg" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><span style="text-align: justify;">Los escritores, por lo general, han sido y son grandes fumadores. Pero es curioso que no hayan escrito libros sobre el vicio del cigarrillo, como sí han escrito sobre el juego, la droga o el alcohol. ¿Dónde están el Dostoiewsky, el De Quincey o el Malcolm Lowry del cigarrillo? La primera referencia literaria al tabaco que conozco data del siglo XVII y figura en el Don Juan de Moliere. La obra arranca con esta frase: "Diga lo que diga Aristóteles y toda la filosofía, no hay nada comparable al tabaco... </span></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<b>Más sobre el autor en: <a href="http://julioramonribeyro.blogspot.mx/">http://julioramonribeyro.blogspot.mx/</a></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b>DESCARGAR</b></div><div style="text-align: center;"><b><br /></b></div><div style="text-align: center;"><b><a href="http://www.mediafire.com/file/2w96b76hxjm1xnx/Ryb.rar" target="_blank">Seis libros de Julio Ramón Ribeyro</a></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: center;"><br /></div>
<br />
La_palabra_del_mudo_Antologia_Julio_Ramon_Ribeyro<br />
<br />
Los_geniecillos_dominicales_Julio_Ramon_Ribeyro<br />
<br />
Ribeyro_Julio_Ramon_-_Dichos_De_Luder<br />
<br />
Ribeyro_Julio_Ramon_-_Prosas_Apatridas<br />
<br />
Ribeyro_Julio_Ramon_-_Santiago_El_Pajarero<br />
<br />
Tres_historias_sublevantes_Julio_Ramon_Ribeyro<div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7SnWmAM4WwVZittmtaGdzMFBIWS5k143iaAC2Xy3t_5w_HgcOjYKRKFniH42LzFEGcPgK37HxISDZsYatefQOyVBcPotXuM1gqmHRqtS3jYBQgQCzQ-qAkh62TuvweuzO3UTznh8duAU/s1600/RIBEYRO%252B2.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7SnWmAM4WwVZittmtaGdzMFBIWS5k143iaAC2Xy3t_5w_HgcOjYKRKFniH42LzFEGcPgK37HxISDZsYatefQOyVBcPotXuM1gqmHRqtS3jYBQgQCzQ-qAkh62TuvweuzO3UTznh8duAU/s400/RIBEYRO%252B2.jpg" width="291" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Los escritores, por lo general, han sido y son grandes fumadores. Pero es curioso que no hayan escrito libros sobre el vicio del cigarrillo, como sí han escrito sobre el juego, la droga o el alcohol. ¿Dónde están el Dostoiewsky, el De Quincey o el Malcolm Lowry del cigarrillo? La primera referencia literaria al tabaco que conozco data del siglo XVII y figura en el Don Juan de Moliere. La obra arranca con esta frase: "Diga lo que diga Aristóteles y toda la filosofía, no hay nada comparable al tabaco... Quien vive sin tabaco, no merece vivir". Ignoro si Moliere era fumador -si bien en esa época el tabaco se aspiraba por la nariz o se mascaba-, pero esa frase me ha parecido siempre precursora y profunda, digna de ser tomada como divisa por los fumadores. Los grandes novelistas del siglo XIX -Balzac, Dickens, Tolstoi- ignoraron por completo el problema del tabaquismo y ninguno de sus cientos de personajes, por lo que recuerdo, tuvieron algo que ver con el cigarrillo. Para encontrar referencias literarias a este vicio hay que llegar al siglo XX. En La montaña mágica, Thomas Mann pone en labios de su héroe, Hans Castorp, estas palabras: "No comprendo cómo se puede vivir sin fumar... Cuando me despierto me alegra saber que podré fumar durante el día y cuando como tengo el mismo presentimiento. Sí, puedo decir que como para fumar... Un día sin tabaco sería el colmo del aburrimiento, sería para mí un día absolutamente vacío e insípido y si por la mañana tuviese que decirme hoy no puedo fumar creo que no tendría el valor para levantarme". La observación me parece muy penetrante y revela que Thomas Mann debió ser un fumador encarnizado, lo que no le impidió vivir hasta los ochenta años. Pero el único escritor que ha tratado el tema del cigarrillo extensamente, con una agudeza y un humor insuperables, es Italo Svevo, quien le dedica treinta páginas magistrales en su novela La conciencia de Zeno. Después de él no veo nada digno de citarse, salvo una frase en el diario de André Gide, que también murió octogenario y fumando: "Escribir es para mí un acto complementario al placer de fumar". El mutilado español que me fiaba cigarrillos fue un santo varón y una figura celestial que no encontraré más en mi vida. Estaba ya entonces en París y allí las cosas se pusieron color de hormiga. No al comienzo, pues cuando llegué disponía de medios para mantener adecuadamente mi vicio y hasta para adornarlo. Las surtidas tabaquerías francesas me permitieron explorar los dominios inglés, alemán, holandés, en su gama rubia más refinada, con la intención de encontrar, gracias a comparaciones y correlaciones, el cigarrillo perfecto. Pero a medida que avanzaba en estas pesquisas mis recursos fueron disminuyendo a tal punto que no me quedó más remedio que contentarme con el ordinario tabaco francés. Mi vida se volvió azul, pues azules eran los paquetes de Gauloises y de Gitanes. Era tabaco negro además, de modo que mi caída fue doblemente infamante. Ya para entonces el fumar se había infiltrado en todos los actos de mi vida, al punto que ninguno -salvo el dormir- podía cumplirse sin la intervención del cigarrillo. En este aspecto llegué a extremos maniacos o demoniacos, como el no poder abrir una carta importantísima y dejarla horas de horas sobre mi mesa hasta conseguir los cigarrillos que me permitieran desgarrar el sobre y leerla. Esa carta podía incluso contener el cheque que necesitaba para resolver el problema de mi falta de tabaco. Pero el orden no podía ser invertido: primero el cigarrillo y después la apertura del sobre y la lectura de la carta. Estaba pues instalado en plena insania y maduro ya para peores concesiones y bajezas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ocurrió que un día no pude ya comprar ni cigarrillos franceses -y en consecuencia leer mis cartas-, y tuve que cometer un acto vil: vender mis libros. Eran apenas doscientos o algo así, pero eran los que más quería, aquellos que arrastraba durante años por países, trenes y pensiones y que habían sobrevivido a todos los avatares de mi vida vagabunda. Yo había ido dejando por todo sitio abrigos, paraguas, zapatos y relojes, pero de estos libros nunca había querido desprenderme. Sus páginas anotadas, subrayadas o manchadas conservaban las huellas de mi aprendizaje literario y, en cierta forma, de mi itinerario espiritual. Todo consistió en comenzar. Un día me dije: "Este Valéry vale quizás un cartón de rubios americanos", en lo que me equivoqué, pues el bouquiniste que lo aceptó me pagó apenas con qué comprar un par de cajetillas. Luego me deshice de mis Balzac, que se convertían automáticamente en sendos paquetes de Lucky. Mis poetas surrealistas me decepcionaron, pues no daban más que para un Players británico. Un Ciro Alegría dedicado, en el que puse muchas esperanzas, fue solo recibido porque le añadí de paso el teatro de Chejov. A Flaubert lo fui soltando a poquitos, lo que me permitió fumar durante una semana los primitivos Gauloises. Pero mi peor humillación fue cuando me animé a vender lo último que me quedaba: diez ejemplares de mi libro Los gallinazos sin plumas, que un buen amigo había tenido el coraje de editar en Lima. Cuando el librero vio la tosca edición en español, y de autor desconocido, estuvo a punto de tirármela por la cabeza. "Aquí no recibimos esto. Vaya a Gilbert, donde compran libros al peso". Fue lo que hice. Volví al hotel con un paquete de Gitanes. Sentado en mi cama encendí un pitillo y quedé mirando mi estante vacío. Mis libros se habían hecho literalmente humo.</div>
<div>
<br /></div>
</div>daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-72237868209104559142016-05-21T08:27:00.000-04:002016-05-21T08:27:20.813-04:00Videocomentario al relato Las botellas y los hombres de JRR<center>
<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/grnhS3RCJeg" width="560"></iframe></center>
daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-19178756857221767922015-09-15T14:01:00.001-03:002021-07-15T11:23:01.498-04:00 Las botellas y los hombres<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmvaRZyOvHLLlEhsB3rrrRt8B2FXr8Ife1w-f72OdlHryzVDXqXwJ79HMu2y_M35oVkR5IeJVQevga_CXnx6ezLI0AOej_01u86SCJOOhFYPU0eJuMkmYvDZHpuDktjHm3IVfH1wfVEHI/s1600/Las-botellas-y-los-hombres-Julio-Ramon-Ribeyro.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmvaRZyOvHLLlEhsB3rrrRt8B2FXr8Ife1w-f72OdlHryzVDXqXwJ79HMu2y_M35oVkR5IeJVQevga_CXnx6ezLI0AOej_01u86SCJOOhFYPU0eJuMkmYvDZHpuDktjHm3IVfH1wfVEHI/s16000/Las-botellas-y-los-hombres-Julio-Ramon-Ribeyro.jpg" /></a></div>
<h2 style="break-after: auto; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: center;">
<br /></h2>
<h2 style="break-after: auto; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; page-break-after: auto;">
<br /></h2>
<h2 style="break-after: auto; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; page-break-after: auto;">
<br /></h2>
<h2 style="break-after: auto; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; page-break-after: auto;">
<span lang="ES" style="font-weight: normal;">Las botellas y los hombres<o:p></o:p></span></h2>
<h2 style="break-after: auto; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; page-break-after: auto;">
<span lang="ES" style="font-weight: normal;"> </span></h2>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Lo
buscan —dijo el portero—. Un hombre lo espera en la puerta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
alcanzó a dar una recia volea que hizo encogerse a su adversario y dejando su
raqueta sobre la banca tomó el caminillo de tierra. Primero vio una cabeza
calva, luego un vientre mal fajado pero sólo cuando la distancia le permitió
distinguir la tosca cara de máscara javanesa, sintió que las piernas se le
doblaban. Como antes de llegar a la puerta de salida había una cantina, se
arrastró hacia ella y pidió una cerveza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luego
de echarse el primer sorbo, sobre esa boca quemada por la vergüenza, miró hacia
el alambrado. El hombre seguía allí parado, lanzando de cuando en cuando una
mirada tímida al interior del club. A veces observaba sus manos con esa
atención ingenua que prestan a las cosas más insignificantes las personas que
esperan.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
secó su cerveza y avanzó resueltamente hacia la puerta. El hombre, al verlo
aparecer, quedó rígido, mirándolo con estupefacción. Pero pronto se repuso y
sacando una sucia mano del bolsillo la extendió hacia adelante.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Dame
unas chauchas —dijo—. Necesito ir al Callao.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
no respondió: hacía ocho años que no veía a su padre. Sus ojos no abandonaban
esos rasgos que conociera de niño y que ahora le regresaban completamente usados
y refractados por el tiempo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¿No
has oído? —repitió—. Necesito que me des unas chauchas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Ésa
no es manera de saludar —dijo Luciano—. Sígueme.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Mientras
caminaba, sintió unos pasos precipitados y luego una mano que lo cogía por el
brazo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Disculpa,
ñato!, pero estoy fregado, sin plata, sin trabajo… Hace dos días que llegué de
Arequipa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
continuó su camino.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¿Y
todos estos años?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —He
estado en Chile, en Argentina…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¿Te
ha ido bien?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Como
el ajiaco! He pasado la gran vida.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Cuando
llegaron a la cantina, Luciano pidió dos cervezas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Nada
de cerveza! Yo soy viejo pisquero. Un soldeíca para mí… Pregunté por ti, me
dijeron que seguías en el club.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Hacía
calor. En la gran explanada se escuchaba apenas el ruido de las pelotas rebotando
en las cuerdas. Luciano miró hacia la cancha, donde su compañero lo aguardaba
aburrido, manoseando la red. Pensó que podría acercarse a la cantina, que
podría crearse una situación embarazosa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¿Estabas
jugando? —preguntó el viejo—. Puedes seguir nomás. ¡Yo seco esto y me voy! No
he venido para hacer tertulia. Pero eso sí, déjame para el tranvía. Tengo que
ir al muelle para buscar un trabajo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Tengo
tiempo de sobra —replicó Luciano regresando la mirada hacia el mostrador. Su
padre se llevaba a los labios el primer sorbo y enseguida se secó la boca con
la mano, repitiendo ese gesto que se ve en las pulperías, entre los bebedores
de barrio. Ambos permanecieron callados, cercanas las cabezas pero
irremediablemente alejados por los años de ausencia. El viejo dirigió la mirada
hacia las instalaciones del club, hacia el hermoso edificio perdido tras la
arboleda.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Todo
esto es nuevo, ¡yo no lo conocía! Me acuerdo cuando era guardián y vivíamos
allí, en esa caseta. Tú has progresado, ya no recoges bolas. Ahora te mezclas
con la <i>cremita</i>…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Hace
años que no recojo bolas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Ahora
juegas! —suspiró el viejo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
comenzó a sentirse incómodo. El empleado de la cantina no quitaba la vista de
ese extraño visitante con la camisa sebosa y la barba mal afeitada. Hombres de
esa catadura sólo entraban al club por la puerta falsa, cuando había un caño
por desatorar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Allí
viene tu rival! —dijo su padre, apurando su copa—. Me voy. Dame lo que te he
pedido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
vio que su compañero de juego se acercaba a pasos elásticos, dando de
raquetazos a invisibles pelotas. Metiendo la mano al bolsillo buscó
ansiosamente unas monedas, las cerró entre sus dedos, las mantuvo un momento
prisioneras pero terminó por abandonarlas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Bebe
tranquilo —dijo—. A mí nadie me apura.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Su
amigo se detuvo frente a la cantina.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¿Vas
a venir o no? Se me está enfriando el cuerpo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Te
presento a mi padre —dijo Luciano.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¿Tu
padre?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Ambos
se estrecharon la mano. Mientras cambiaban los primeros saludos, Luciano
trataba de explicarse por qué su amigo había puesto esa entonación en su
pregunta. Sin poderlo evitar, observó con más atención el aspecto de su padre.
Sus codos raídos, la basta deshilachada del pantalón, adquirieron en ese
momento a sus ojos una significación moral: se daba cuenta que en Lima no se
podía ser pobre, que la pobreza era aquí una espantosa mancha, la prueba plena
de una mala reputación.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Hacía
tiempo que no lo veía —añadió sin saber por qué—. Ha estado de viaje.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —He
estado en el Sur —confirmó el viejo—. Una gran turné de negocios por Santiago,
por Buenos Aires… Yo me dedico a los negocios, un negocio de vinos, también de
ferretería, pero ahora, con los impuestos, con las divisas, las cosas andan…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Súbitamente
se calló. El joven lo miraba atónito. Luciano se dio cuenta que comenzaban a
sudarle las manos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¿No
se toman una copita? —añadió el viejo—. Ahora invito yo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Lo
dejaremos para más tarde —intervino Luciano, impaciente—. Tenemos que terminar
la partida. ¿Dónde nos vemos?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Donde
tú quieras. Ya te he dicho que voy para el Callao.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Te
acompaño a la puerta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Ambos
se encaminaron hacia la salida. Marchaban silenciosos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —No
has debido hacerme entrar aquí —balbuceó el viejo—. ¿Qué dirán tus amigos?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¿Qué
van a decir?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —En
fin, aquí viene gente elegante. Hay que venir muy palé, con pantalón tubo, ¿eh?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Si
pasas por la casa, te puedo dar unas camisas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> El
viejo lo miró irritado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡No
me vas a vestir ahora a mí: a mí, que te he comprado tus primeros chuzos!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
trató de recordar a qué chuzos se refería su padre. Todos sus recuerdos de
infancia le venían descalzos desde la puerta de un callejón. A pesar de ello,
cuando llegaron al alambrado, extrajo todo el dinero que tenía en el bolsillo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —A
las seis en el jardín Santa Rosa —murmuró extendiendo la mano.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Cuando
el viejo terminó de contar el dinero levantó la cara pero ya Luciano se
encontraba lejos, como si hubiera querido ahorrarle una de esas embarazosas
escenas de gratitud.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Poco
después de las seis, Luciano llegaba al jardín Santa Rosa. Obedeciendo a un
impulso de vanidad, se había puesto su mejor terno, sus mejores zapatos, un
prendedor de oro en la corbata, como si se propusiera demostrarle a su padre
con esos detalles que su ausencia del hogar no había tenido ninguna
importancia, que había sido —por el contrario— una de las razones de su
prosperidad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Esto
no era exacto, sin embargo, y nadie sabía mejor que Luciano qué cantidad de
humillaciones había sufrido su madre para permitirle terminar el colegio. Nadie
sabía mejor que él, igualmente, que esa prosperidad que parecía leerse en su
vestimenta, en sus relaciones de club —donde servía de pareja a los socios
viejos y se emborrachaba con sus hijos— era una prosperidad provisional,
amenazada, mantenida gracias a negocios oscuros. Si el club lo toleraba no era
ciertamente por razones sociales sino porque Luciano, aparte de ser el
infatigable <i>sparring</i>, conocía las
debilidades de los socios y era algo así como el agente secreto de sus vicios,
el órgano de enlace entre el hampa y el salón.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Lo
primero que vio al cruzar el umbral fue a su padre, bajo el emparrado, bebiendo
aguardiente y conversando con dos hombres. Deteniéndose, quedó un momento
contemplándolo. Tenía el aspecto de estar sentado allí muchas horas, quizás
desde que se despidieron en el club. Se había desanudado la corbata y
gesticulaba mucho, ayudándose con las manos. Sus interlocutores lo escuchaban,
divertidos. Clientes de otras mesas estiraban la oreja para escuchar fragmentos
de su charla.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Su
llegada debió producirle cierta inquietud porque esbozó con la mano un gesto
inacabado, como ante un proyectil que vemos venir hacia nosotros y esfumarse en
el camino. Enseguida se levantó, derribando aparatosamente una silla.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Ya
está acá! —exclamó dando unos pasos, los brazos extendidos—. ¿Qué les decía yo?
¡Ha llegado mi ñato!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
lo vio venir y a pesar suyo se encontró aferrado contra su pecho. Durante un
tiempo, que le pareció interminable, sufrió la violencia de su abrazo. A sus
narices penetraba un tufo de licor barato, de cebolla de picantería. Este
detalle lo conmovió y sus manos, que al principio vacilaban, se crisparon con
fuerza sobre la espalda de su padre. Luego de tantos años, bien valía la pena
de un abrazo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Vamos
a sentarnos —dijo el viejo—. Aquí te presento unos amigos, todos chicos muy
simpáticos. Trabajan en la banca. Acabo de conocerlos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
tomó asiento y por complacer a su padre se sirvió un pisco. Los empleados lo
observaban con perplejidad. El prendedor de su corbata, pero sobre todo el rubí
de su anular, parecía dejarlos cavilosos. No veían verdaderamente relación
entre ese viejo seboso y charlatán y esa especie de mestizo con aires de dandi.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —El
chico es ingeniero —mintió el viejo—. Ha estudiado en La Molina. Siempre sacó
las mejores notas. Yo también, cuando estaba en la Facultad… ¿te acuerdas,
Luciano?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
permanecía silencioso y dejaba hablar a su padre. Al acudir a esa cita, su
intención primera había sido acosarlo a preguntas, irlo acorralando hasta
llegar a esa época de abandono en la cual todos los reproches eran posibles.
Pero la presencia de los empleados y esa primera copa de pisco lo habían
disuadido. Comenzaba a olvidarse de su ropa, de sus rencores, y a penetrar en
ese mundo ficticio que crean los hombres cuando se sientan alrededor de una
botella abierta. La mirada perdida en el fondo del jardín, veía a un grupo de
parroquianos jugar a las bochas. De vez en cuando su padre le pedía confirmar
un embuste y él repetía maquinalmente: «Es verdad». El rumor de su voz, además,
irrigaba zonas muertas de su memoria. Había un partido de fútbol al cual su
padre lo condujera de niño, algunas monedas de plata que le dieron acceso al
paraíso de los turrones.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Vamos
a jugarnos un sapo! —exclamó el viejo—. ¡A ver tú, caballerazo, pásame la
dolorosa!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> El
mozo se acercó. Luciano se vio conducido por su padre a un rincón.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Eh,
¿tienes allí algunos morlacos libres? Este par de bancarios está chupando a mis
costillas. Pero, espérate, en el sapo nos desquitaremos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
quedó arreglándose con el mozo mientras su padre avanzaba con los empleados
hacia el juego del sapo. En el camino iba hablando en voz alta, palmeaba a los
camareros, hacía chistes con los demás parroquianos, intervenía en todas las
disputas. Su aspecto ambiguo de mercachifle y de reclutador de feria, su ronca
voz de guarapero, lo habían hecho rápidamente popular y parecía, por momentos,
el más antiguo de todos los clientes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¿Por
dónde está el gerente? —gritaba—. ¡Díganle que aquí está don Francisco,
presidente del club Huaracino, para invitarle un huaracazo!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
apuró el paso y lo alcanzó. Había experimentado la necesidad de estar a su
lado, de hacer ostensible su vinculación con ese hombre que dominaba un jardín
de recreo. Cogiéndolo resueltamente del brazo, caminó silencioso a su vera.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> El
viejo le habló al oído:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —He
apostado con los empleados una docena de Cristal.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Pero
si yo no sé jugar!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Déjalo
por mi cuenta!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Las
fichas comenzaron a volar hacia la boca del sapo. Los empleados, que estaban un
poco borrachos, las arrojaban como piedras y descascaraban la pared del fondo.
Su padre, en cambio, medía sus tiros y efectuaba los lanzamientos con un estilo
impecable. Luciano no se cansaba de observarlo, creía descubrir en él una
elegancia escondida que una vida miserable había recubierto de gestos vulgares
sin llegar por completo a destruir. Pensó cómo sería su padre con un buen
chaleco y se dijo que bien valía la pena obsequiarle el más lujoso que
encontrara.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Mientras
tanto, las botellas de Cristal se vaciaban. A cada trago, el viejo parecía
rejuvenecer, alcanzar una talla legendaria. Su desbordante euforia contagió a
Luciano, quien se dijo que tenían una noche por delante y que sería necesario
hacer algo con ella. Los empleados estorbaban. Uno de ellos había caído
vomitando bajo la enramada y el otro trataba de levantarlo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Vámonos!
¡Éstos ya enterraron el pico!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Todavía
no! —protestó el viejo y Luciano hubo de seguirlo a través de todos los
apartados, mezclarse en sus conversaciones, verlo, por último, jugarse una
partida de bochas, en mangas de camisa, tronando como un titán y aniquilando a
sus adversarios.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Así
juegan los porteños! —vociferaba, mientras los palitroques volaban por los
aires.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Al
fin Luciano logró convencerlo que debían irse de allí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¿Habrá
juerga? —indagó el viejo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Iremos
al Once Amigos Bolognesi, a La Victoria, donde mis verdaderos patines!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Ambos
abandonaron el jardín Santa Rosa y abrazados, cantando, se lanzaron por las
calles de Magdalena a la caza de un taxi.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> En
el club —un garaje deshabitado, al cual se penetraba por un postigo— había una
docena de personas de catadura dudosa, jugando al <i>craft</i>, a las damas, fumando, bebiendo cerveza. El estrépito que
hizo Luciano al entrar obligó a todos a volver la cabeza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Señores!
—gritó cuando llegó al centro de la pieza—. ¡Les presento a mi padre!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Todos
quedaron callados mirando a ese extraño hombre gordo que, la corbata
desanudada, el pelo revuelto alrededor del pelado occipital, se apoyaba en el
mostrador para no caer. Luciano avanzó hacia las mesas y echó por tierra los
tableros y los cubiletes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Se
acabó el juego! Ahora todo el mundo chupa con nosotros. Un padre como éste no
se ve todos los días. Nos encontramos en la calle. Hacía ocho años que no lo
veía.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Algunos
amigos protestaron, otros trataron de reconstruir las partidas disputándose
sobre la posición de las fichas, pero cuando escucharon que Luciano enviaba al
cantinero por algunas botellas de champán, se resignaron a hacerle los honores
al recién llegado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Pero
si tiene tu misma quijada! —dijo uno, acercándose al viejo para estrecharle la
mano. Otros se levantaron y lo abrazaron. Se hicieron los primeros brindis.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡A
puerta cerrada! —dijo Luciano tirando el postigo—. ¡Aquí no entran ni los
tombos!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Las
mesas fueron arrimadas unas contra otras hasta formar una superficie
descomunal. El primer trago sacó al viejo de su torpor y luego de lanzar
algunos carajos para aclararse la voz, se dispuso a mostrarse digno de aquella
acogida. Primero con réplicas, luego con anécdotas, fue apoderándose de la
conversación. Cuando el cantinero llegó con el champán, él era el único que
hablaba. Sus historias, contadas en la sabrosa jerga criolla, inventadas en su
mayoría, interrumpidas, retomadas, vueltas a contar de una manera diferente,
adobadas con groseros refranes de su cosecha, con invocaciones a valses
populares, provocaban estallidos de risa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> En
un rincón, Luciano asistía mudo a esta escena. Sus ojos animados, en lugar de
posarse en su padre, viajaban por los rostros de sus amigos. La atención que en
ellos leía, el regocijo, la sorpresa, eran los signos de la existencia paterna:
en ellos terminaba su orfandad. Ese hombre de gran quijada lampiña, que él
había durante tantos años odiado y olvidado, adquiría ahora tan opulenta
realidad, que él se consideraba como una pobre excrecencia suya, como una
dádiva de su naturaleza. ¿Cómo podría recompensarlo? Regalarle dinero,
retenerlo en Lima, meterlo en sus negocios, todo le parecía poco. Maquinalmente
se levantó y se fue aproximando a él, con precaución. Cuando estuvo detrás
suyo, lo cogió de los hombros y lo besó violentamente en la boca.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> El
viejo, interrumpido, hizo un movimiento de esquive sobre la silla. Los amigos
rieron. Luciano quedó desconcertado. Abriendo los brazos a manera de excusa,
regresó a su silla. Su padre prosiguió, luego de limpiarse los labios con la
manga.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Se
hablaba de mujeres. Luciano se sintió de súbito triste. En su copa de champán
quedaba un concho espumoso. Con un palillo de fósforo perforó sus burbujas
mientras se acordaba de su madre, a quien visitaba de cuando en cuando en el
callejón, llevándole frutas o pañuelos. Su atención se dispersaba. Alguien
hablaba de ir a las calles alegres de La Victoria. Siempre era así: en las
reuniones de hombres, por más numerosas que fueran, siempre llegaba un momento
en que todos se sentían profundamente solos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Pero
eso no era lo que lo preocupaba. Era la voz de su padre. Ella se aproximaba,
hacía fintas sobre una zona peligrosa. Luciano sintió la tentación de hundir la
frente entre las manos, de taparse los oídos. Era ya tarde.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¿Y
cómo está la vieja?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> La
pregunta llegó desde el otro extremo de la mesa, a través de todas las
botellas. Se había hecho un silencio. Luciano miró a su padre y trató de
sonreír.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Está
bien —contestó y volvió a hundir su mirada en la copa vacía—. Tampoco le has
hecho falta. Nunca ha preguntado por ti.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Hace
ocho o diez años que no le veo ni el bulto —prosiguió el viejo, dirigiéndose a
los amigos—. ¡Cómo corre el tiempo! Nos hacemos viejos… ¿No queda más champán
para mí?… Vivíamos en un callejón, vivíamos como cerdos, ¿no es verdad,
Luciano? Yo no podía aguantar eso… un hombre como yo, en fin, sin libertad…
viendo siempre la misma cara, el mismo olor a mujer, qué mierda, había que
conocer mundo y me fui… Sí, señores, ¡me fui!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
apretó la copa deseando que reventara entre sus dedos. El cristal resistió.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Además…
—continuó el viejo, sonriendo con sorna—, yo, yo… ella, con el perdón de
Luciano, pero la verdad es que ella, ustedes comprenden, ella…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Calla!
—gritó Luciano, poniéndose de pie.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡…
ella se acostaba con todo el mundo!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Las
carcajadas de los amigos estallaron. En un instante Luciano se encontró al lado
de su padre. Cuando los amigos terminaron de reír vieron que el viejo tenía
sangre en los labios. Luciano lo tenía aferrado por la corbata y su ágil cabeza
volvía a golpear la gran cara pastosa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Agárrenlo,
agárrenlo! —gritaba el viejo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Entre
cuatro cogieron a Luciano y lo arrastraron a un rincón. Su pequeño cuerpo se
revolvía, de su boca salía un resuello rabioso.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Si
se quieren pegar que salgan a la calle! —exclamó uno—. ¡Aquí van a romper los
confortables!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luego
de un forcejeo en el cual intervinieron todos los amigos —no se sabía si para
contenerlos o para expulsarlos—, Luciano y su padre se encontraron en la calle.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Al
jirón Humboldt —dijo Luciano y se echó a caminar decididamente mientras se
acomodaba la corbata y se alisaba el cabello con las manos. Su padre lo seguía
a pasos cortos y precipitados.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¡Espera!
¿Por qué tan lejos?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Cuando
lo alcanzó, anduvo a su lado, borracho aún, hablando en voz alta, llenándolo de
injurias.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¿No
lo sabías tú, acaso? ¡Con todo el mundo! ¿Quién daba para el diario, entonces?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Al
llegar al jirón Humboldt comenzaron a recorrerlo, buscando una transversal
oscura. Luciano se sentía fatigado, pensaba en las cien formas de enfrentarse a
un rival corpulento y pesado: evitar el cuerpo a cuerpo, fintear provocando la
fatiga, tierra en los ojos o una piedra metida con disimulo en el bolsillo de
su saco.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —Acá
—dijo el viejo, señalando una bocacalle penumbrosa en medio de la cual pendía
un foco amarillo. En el tapabarro de un colectivo abandonado dejaron sus sacos.
Luego se remangaron la camisa. Luciano metió la basta de su pantalón bajo la
liga de sus medias. Cuadrándose, tomaron distancia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
vio que su padre tenía la guardia abierta y que su gran vientre se le ofrecía
como un blanco infalible. A pesar de ello, retrocedió unos pasos. El viejo se
aproximó. Luciano volvió a retroceder. El viejo continuó avanzando.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> —¿Me
vas a dar pelea? ¡Aguárdate, que te calzo!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
llegó a tocar la pared con la espalda e impulsándose con las manos arremetió
hacia adelante. De un salto salvó la distancia y ya iba a descargar su puño
cuando advirtió un gesto, tan sólo un gesto de desconcierto —de pavor— en el
rostro de su padre, y su puño quedó suspendido en el aire. El viejo estaba
inmóvil. Ambos se miraban a los ojos como si estuvieran prontos a lanzar un
grito. Aún tuvo tiempo de pensar Luciano: «Parece que me miro en un espejo»,
cuando sintió la pesada mano que le hendía el esternón y la otra que se
alargaba rozando sus narices. Recobrándose, tomó distancia y recibió a la forma
que avanzaba con un puntapié en el vientre. El viejo cayó de espaldas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"> Luciano
cruzó velozmente por encima de él y recogiendo su saco corrió hacia la esquina.
Al llegar al jirón Humboldt se detuvo en seco. El cuerpo continuaba allí —se le
veía como un animal atropellado— en medio de la pista. Con prudencia se fue
acercando. Al inclinarse, vio que el viejo dormía, la garganta llena de
ronquidos. Tirándolo de las piernas lo arrastró hasta la vereda. Luego volvió a
inclinarse para mirar por última vez esa mandíbula recia, esa ilusión de padre
que jamás volvería a repetirse. Arrancando su anillo del anular, lo colocó en
el meñique del vencido, con el rubí hacia la palma. Después encendió un
cigarrillo y se retiró, pensativo, hacia los bares de La Victoria.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<br />
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES"> <i>(Berlín, 1958)<o:p></o:p></i></span></div>
daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-35686209223386646282014-06-03T14:53:00.004-04:002014-06-03T14:53:29.863-04:00Programa Congreso Internacional Ribeyro 2014<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<strong><img alt="Programa_Congreso_RIBEYRO_1.jpg" data-mce-src="/media/users/31/1599168/images/public/9531/Programa_Congreso_RIBEYRO_1.jpg?v=1401821570921" data-mce-style="margin-left: 4px; margin-right: 4px; margin-top: 4px; margin-bottom: 4px; border: 0" src="http://cinosargo.cl/media/users/31/1599168/images/public/9531/Programa_Congreso_RIBEYRO_1.jpg?v=1401821570921" style="border: 0px; cursor: default; margin: 4px;" /></strong></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<strong><br /></strong></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<strong>Congreso Internacional Julio Ramón Ribeyro:</strong></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<strong>por tiempo indefinido</strong></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<br /></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
Lima, del 4 al 6 de junio de 2014</div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<br /></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<b>PROGRAMA</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Miércoles 4 de junio</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>11:00 a. m.</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Inauguración a cargo de Marco Martos Carrera, presidente de la Academia Peruana de la Lengua</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Conferencias</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>11:30 a. m.</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
«Una poética de la narrativa en los diarios de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Ismael Márquez (University of Wisconsin-Milwaukee)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
«Anotaciones al margen de las <i>Cartas a Juan Antonio Ribeyro</i>»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Marco Martos Carrera (Academia Peruana de la Lengua/UNMSM)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Mesa 1</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>4:00 p.m<i>.</i></b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
1. «La eficacia del ritmo de la prosa en “De color modesto” de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Williams Nicks Ventura Vásquez (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
2. «Confirmación de la identidad<i> </i>en la otredad en “De color modesto”<i>, </i>un relato de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Lenin Izarra Izarra (Universidad Nacional Federico Villarreal)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
3. «La voz del subalterno en <i>“</i>Interior<i> </i>L” de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Karina Zapata Piña (Universidad Nacional Federico Villarreal)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
4. «La selva vista como un espacio circense: “Fénix” de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Giancarla Di Laura (Prairie View A & M University)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Mesa 2</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>5:30 p. m.</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
1. «Funciones de la descripción en: <i>Cuentos de circunstancias </i>de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
María Natalia Rebaza Wu (Pontificia Universidad Católica del Perú)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
2. «Elementos estructurales en la narrativa de Ribeyro. Algunas incisiones sobre <i>Tres historias sublevantes</i>»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Alejandro Mautino Guillén (Universidad Nacional de Ancash “Santiago Antúnez de Mayolo”)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
3. «La tragedia individual de los antihéroes en<i> Cuentos olvidados</i> de Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Rodrigo Barraza Urbano (Universidad Nacional de Ancash “Santiago Antúnez de Mayolo”)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
4. «Habitar los extramuros: espacios metafísicos en los lindes, en la cuentística de Julio Ramón Ribeyro» </div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Eva Valero Juan (Universidad de Alicante) </div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Jueves 5 de junio</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Mesa 3</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>11:00 a. m.</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
1. «En torno a los diarios íntimos: Una propuesta de género en el ensayo de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Pedro Espinoza Huaroto (Universidad Nacional Federico Villarreal)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
2. «La tentación del fracaso como creación de la memoria»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Hugo Rafael Anselmi Samanez (Universidad Antonio Ruiz de Montoya)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
3. «Una mirada crítica a la trayectoria literaria de Julio Ramón Ribeyro a partir de sus documentos autobiográficos»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Sandra Granados Vidal (Pontificia Universidad Católica del Perú)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Mesa 4</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>4:00 p. m.</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
1. «<i>Crónica de San Gabriel</i> en los avatares de la nueva novela latinoamericana»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Macedonio Villafán Broncano (Universidad Nacional de Ancash “Santiago Antúnez de Mayolo”)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
2. «Saturación y heterogeneidad en <i>Crónica de San Gabriel </i>de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Dennis Lazo Ramos (Universidad Nacional Federico Villarreal)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
3. «Julio Ramón Ribeyro, los años cincuenta, la ciudad de Lima y <i>Los geniecillos dominicales</i>»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Jorge Ramos Cabezas (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Mesa 5</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>5:00 p. m.</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
1. «Los diversos niveles de deterioro en la novela experimental <i>Cambio de guardia</i>»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Segundo Castro García (Universidad Nacional de Ancash “Santiago Antúnez de Mayolo”)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
2. «Agonía y estratificación cultural de los personajes femeninos en la novelística de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Raúl Jurado Párraga (Universidad Nacional “Enrique Guzmán y Valle”- La Cantuta)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
3. «El discreto encanto de Julio Ramón Ribeyro: notas a su obra cuentística»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
César Ferreira (University of Wisconsin-Milwaukee)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Mesa 6</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>6:00 p. m.</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
1. «Julio Ramón Ribeyro: el cazador sutil. Asedios a su praxis como crítico literario y periodista»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Néstor Tenorio Requejo (Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo - Lambayeque)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
2. «Notas al margen: El ejercicio de la crítica literaria en <i>La caza sutil </i>de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
María Gaynor Gonzales Chumpitaz (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
3. «La reflexividad crítica en <i>La caza sutil </i>de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Javier Morales Mena (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Viernes 6 de junio</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Mesa 7</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>11:00 a. m.</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
1. «La visión del niño en la narrativa breve de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Fernando Carrasco Núñez (Universidad Nacional “Enrique Guzmán y Valle”- La Cantuta)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
2. «Imágenes paternas en la cuentística de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Gladys Flores Heredia (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
3. «Julio Ramón Ribeyro: del fracaso temático al éxito narrativo»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Antonio Vásquez Rodríguez (Universidad de San Martín de Porres)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
4. «Recordando a Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Juan José Barrientos Contreras (Universidad Veracruzana, México)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Mesa 8</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>4:00 p. m.</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
1. «Literatura y libertad: la rebelión metafísica en <i>La tentación del fracaso</i> de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Kent Oré de la Cruz (Universidad Nacional “Enrique Guzmán y Valle”- La Cantuta)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
2. «Representaciones de la escritura literaria en <i>La tentación del fracaso </i>de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Álex Flores Flores (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
3. «La tentación del fracaso en “El último cliente” (1975) de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Eliana Vásquez Colichón (Universidad Antonio Ruiz de Montoya)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Mesa 9</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>5:00 p. m.</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
1. «Los finales trágicos de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Paloma Torres Pérez-Solero (Universidad Complutense de Madrid)<b></b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
2. «El acto de escribir en las <i>Prosas apátridas</i> de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Jorge Valenzuela Garcés (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
3. «Del centro a los márgenes: el fracaso de los héroes ribeyrianos en su interacción con los sustratos sociales subordinados»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Américo Mudarra Montoya (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Conferencias</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>6:00 p. m.</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
«Lo biográfico en las obras de ficción de Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Jorge Coaguila (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
«La metaliterariedad en algunos textos en prosa, de Julio Ramón Ribeyro»</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Antonio González Montes (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Presentación de libros</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>7:00 p. m.</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b><i>Julio Ramón Ribeyro para niños</i></b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b><i>Actas del Congreso Internacional Julio Ramón Ribeyro por tiempo indefinido</i></b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Jorge Coaguila (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Gladys Flores Heredia (Fondo Editorial de la Academia Peruana de la Lengua)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Marco Martos Carrera (Academia Peruana de la Lengua)</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Ceremonia de clausura</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>7:30 p. m.</b></div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
Marco Martos Carrera, presidente de la Academia Peruana de la Lengua</div>
<div style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: justify;">
<b>Brindis de honor</b></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<br /></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<b>Lugar</b></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<b>Instituto Raúl Porras Barrenechea</b></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
Dirección: Calle Colina 398, Miraflores</div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
Teléfono: 619-7000 anexo 6102</div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<br /></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<b>Organiza</b></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<br /></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
Academia Peruana de la Lengua</div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
Instituto de Investigaciones Humanísticas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos</div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<br /></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<b>Comité Organizador</b><b></b></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
Marco Martos Carrera (presidente), Antonio González Montes (vicepresidente), Javier Morales Mena (coordinador general), Gladys Flores Heredia, Eliana Vásquez Colichón (comité ejecutivo), Álex Flores Flores, Silvia Ramos Romero, Jairo Jurado Urbina (comité de apoyo) y Magaly Rueda Frías (secretaria ejecutiva)</div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<br /></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<br /></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<b>Auspician</b></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
</div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
Instituto Raúl Porras Barrenechea Editorial Cátedra Vallejo</div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<br /></div>
<div align="center" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10px;">
<br /></div>
daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-13626909006554692802014-02-01T12:54:00.000-03:002014-02-01T12:54:00.855-03:00Congreso Internacional: Julio Ramón Ribeyro: Por tiempo Indefinido<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMbOUygdJJjpyR-klV74oz3X0CpCHVx62lyJbRH2QY_N2OL-AFTdDs-7h-83NbCqCsT8cGs3x4IYEFfqU-u-3Mjr1LPXSSKqxdbTfi_GpwMrMTVzNZ1R5JLm4_n8E1qz5VUs2p_iSLcgY/s1600/1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMbOUygdJJjpyR-klV74oz3X0CpCHVx62lyJbRH2QY_N2OL-AFTdDs-7h-83NbCqCsT8cGs3x4IYEFfqU-u-3Mjr1LPXSSKqxdbTfi_GpwMrMTVzNZ1R5JLm4_n8E1qz5VUs2p_iSLcgY/s1600/1.jpg" height="640" width="452" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-89975369029265907972013-08-21T10:12:00.002-04:002021-07-10T12:04:33.807-04:00Por las azoteas [Julio Ramón Ribeyro]<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuvTkGIrVR6Tbrq7eO6rR3_CYuAa0kE6rDfydjqVt9y5Kifb9X-g8bX1_lH7pN02eGSEF61p2rrOiKjaqiakkl_WbRkXlKMEuiKIRCSl97HN5uGaSUg0jYqAHOl7nNHsdonRCAWEb8g5w/s660/julio-ramon-ribeyro.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="330" data-original-width="660" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuvTkGIrVR6Tbrq7eO6rR3_CYuAa0kE6rDfydjqVt9y5Kifb9X-g8bX1_lH7pN02eGSEF61p2rrOiKjaqiakkl_WbRkXlKMEuiKIRCSl97HN5uGaSUg0jYqAHOl7nNHsdonRCAWEb8g5w/s16000/julio-ramon-ribeyro.jpg" /></a></div><br /><center><br /></center>
<div style="text-align: justify;">A los diez años yo era el monarca de las azoteas y gobernaba pacíficamente mi reino de objetos destruidos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Las azoteas eran los recintos aéreos donde las personas mayores enviaban las cosas que no servían para nada: se encontraban allí sillas cojas, colchones despanzurrados, maceteros rajados, cocinas de carbón, muchos otros objetos que llevaban una vida purgativa, a medio camino entre el uso póstumo y el olvido. Entre todos estos trastos yo erraba omnipotente, ejerciendo la potestad que me fue negada en los bajos. Podía ahora pintar bigotes en el retrato del abuelo, calzar las viejas botas paternales o blandir como una jabalina la escoba que perdió su paja. Nada me estaba vedado: podía construir y destruir y con la misma libertad con que insuflaba vida a las pelotas de jebe reventadas, presidía la ejecución capital de los maniquíes.</div>
<div style="text-align: justify;">
Mi reino, al principio, se limitaba al techo de mi casa, pero poco a poco, gracias a valerosas conquistas, fui extendiendo sus fronteras por las azoteas vecinas. De estas largas campañas, que no iban sin peligros -pues había que salvar vallas o saltar corredores abismales- regresaba siempre enriquecido con algún objeto que se añadía a mi tesoro o con algún rasguño que acrecentaba mi heroísmo. La presencia esporádica de alguna sirvienta que tendía ropa o de algún obrero que reparaba una chimenea, no me causaba ninguna inquietud pues yo estaba afincado soberanamente en una tierra en la cual ellos eran solo nómades o poblaciones trashumantes.</div>
<div style="text-align: justify;">
En los linderos de mi gobierno, sin embargo, había una zona inexplorada que siempre despertó mi codicia. Varias veces había llegado hasta sus inmediaciones pero una alta empalizada de tablas puntiagudas me impedía seguir adelante. Yo no podía resignarme a que este accidente natural pusiera un límite a mis planes de expansión.</div>
<div style="text-align: justify;">
A comienzos del verano decidí lanzarme al asalto de la tierra desconocida. Arrastrando de techo en techo un velador desquiciado y un perchero vetusto, llegué al borde de la empalizada y construí una alta torre. Encaramándome en ella, logre pasar la cabeza. Al principio sólo distinguí una azotea cuadrangular, partida al medio por una larga farola. Pero cuando me disponía a saltar en esa tierra nueva, divisé a un hombre sentado en una perezosa. El hombre parecía dormir. Su cabeza caía sobre su hombro y sus ojos, sombreados por un amplio sombrero de paja, estaban cerrados. Su rostro mostraba una barba descuidada, crecida casi por distracción, como la barba de los náufragos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Probablemente hice algún ruido pues el hombre enderezó la cabeza y quedo mirándome perplejo. El gesto que hizo con la mano lo interpreté como un signo de desalojo, y dando un salto me alejé a la carrera.</div>
<div style="text-align: justify;">
Durante los días siguientes pasé el tiempo en mi azotea fortificando sus defensas, poniendo a buen recaudo mis tesoros, preparándome para lo que yo imaginaba que sería una guerra sangrienta. Me veía ya invadido por el hombre barbudo; saqueado, expulsado al atroz mundo de los bajos, donde todo era obediencia, manteles blancos, tías escrutadoras y despiadadas cortinas. Pero en los techos reinaba la calma más grande y en vano pasé horas atrincherado, vigilando la lenta ronda de los gatos o, de vez en cuando, el derrumbe de alguna cometa de papel.</div>
<div style="text-align: justify;">
En vista de ello decidí efectuar una salida para cerciorarme con qué clase de enemigo tenía que vérmelas, si se trataba realmente de un usurpador o de algún fugitivo que pedía tan solo derecho de asilo. Armado hasta los dientes, me aventuré fuera de mi fortín y poco a poco fui avanzando hacia la empalizada. En lugar de escalar la torre, contorneé la valla de maderas, buscando un agujero. Por entre la juntura de dos tablas apliqué el ojo y observé: el hombre seguía en la perezosa, contemplando sus largas manos trasparentes o lanzando de cuando en cuando una mirada hacia el cielo, para seguir el paso de las nubes viajeras.</div>
<div style="text-align: justify;">
Yo hubiera pasado toda la mañana allí, entregado con delicia al espionaje, si es que el hombre, después de girar la cabeza no quedara mirando fijamente el agujero.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Pasa -dijo haciéndome una seña con la mano-. Ya sé que estás allí. Vamos a conversar.</div>
<div style="text-align: justify;">
Esta invitación, si no equivalía a una rendición incondicional, revelaba al menos el deseo de parlamentar. Asegurando bien mis armamentos, trepé por el perchero y salté al otro lado de la empalizada. El hombre me miraba sonriente. Sacando un pañuelo blanco del bolsillo -¿era un signo de paz?- se enjugó la frente.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Hace rato que estas allí -dijo-. Tengo un oído muy fino. Nada se me escapa... ¡Este calor!</div>
<div style="text-align: justify;">
-¿Quién eres tú? -le pregunté.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Yo soy el rey de la azotea -me respondió.</div>
<div style="text-align: justify;">
-¡No puede ser! -protesté- El rey de la azotea soy yo. Todos los techos son míos. Desde que empezaron las vacaciones paso todo el tiempo en ellos. Si no vine antes por aquí fue porque estaba muy ocupado por otro sitio.</div>
<div style="text-align: justify;">
-No importa -dijo-. Tú serás el rey durante el día y yo durante la noche.</div>
<div style="text-align: justify;">
-No -respondí-. Yo también reinaré durante la noche. Tengo una linterna. Cuando todos estén dormidos, caminaré por los techos.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Está bien -me dijo-. ¡Reinarás también por la noche! Te regalo las azoteas pero déjame al menos ser el rey de los gatos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Su propuesta me pareció aceptable. Mentalmente lo convertía ya en una especie de pastor o domador de mis rebaños salvajes.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Bueno, te dejo los gatos. Y las gallinas de la casa de al lado, si quieres. Pero todo lo demás es mío.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Acordado -me dijo-. Acércate ahora. Te voy a contar un cuento. Tú tienes cara de persona que le gustan los cuentos. ¿No es verdad? Escucha, pues: «Había una vez un hombre que sabía algo. Por esta razón lo colocaron en un púlpito. Después lo metieron en una cárcel. Después lo internaron en un manicomio. Después lo encerraron en un hospital. Después lo pusieron en un altar. Después quisieron colgarlo de una horca. Cansado, el hombre dijo que no sabía nada. Y sólo entonces lo dejaron en paz».</div>
<div style="text-align: justify;">
Al decir esto, se echó a reír con una risa tan fuerte que terminó por ahogarse. Al ver que yo lo miraba sin inmutarme, se puso serio.</div>
<div style="text-align: justify;">
-No te ha gustado mi cuento -dijo-. Te voy a contar otro, otro mucho más fácil: «Había una vez un famoso imitador de circo que se llamaba Max. Con unas alas falsas y un pico de cartón, salía al ruedo y comenzaba a dar de saltos y a piar. ¡El avestruz! decía la gente, señalándolo, y se moría de risa. Su imitación del avestruz lo hizo famoso en todo el mundo. Durante años repitió su número, haciendo gozar a los niños y a los ancianos. Pero a medida que pasaba el tiempo, Max se iba volviendo más triste y en el momento de morir llamó a sus amigos a su cabecera y les dijo: ‘Voy a revelarles un secreto. Nunca he querido imitar al avestruz, siempre he querido imitar al canario’».</div>
<div style="text-align: justify;">
Esta vez el hombre no rió sino que quedó pensativo, mirándome con sus ojos indagadores.</div>
<div style="text-align: justify;">
-¿Quién eres tú? -le volví a preguntar- ¿No me habrás engañado? ¿Por qué estás todo el día sentado aquí? ¿Por qué llevas barba? ¿Tú no trabajas? ¿Eres un vago?</div>
<div style="text-align: justify;">
-¡Demasiadas preguntas! -me respondió, alargando un brazo, con la palma vuelta hacia mí- Otro día te responderé. Ahora vete, vete por favor. ¿Por qué no regresas mañana? Mira el sol, es como un ojo… ¿lo ves? Como un ojo irritado. El ojo del infierno.</div>
<div style="text-align: justify;">
Yo miré hacia lo alto y vi solo un disco furioso que me encegueció. Caminé, vacilando, hasta la empalizada y cuando la salvaba, distinguí al hombre que se inclinaba sobre sus rodillas y se cubría la cara con su sombrero de paja.</div>
<div style="text-align: justify;">
Al día siguiente regresé.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Te estaba esperando -me dijo el hombre-. Me aburro, he leído ya todos mis libros y no tengo nada qué hacer.</div>
<div style="text-align: justify;">
En lugar de acercarme a él, que extendía una mano amigable, lancé una mirada codiciosa hacia un amontonamiento de objetos que se distinguía al otro lado de la farola. Vi una cama desarmada, una pila de botellas vacías.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Ah, ya sé -dijo el hombre-. Tú vienes solamente por los trastos. Puedes llevarte lo que quieras. Lo que hay en la azotea -añadió con amargura- no sirve para nada.</div>
<div style="text-align: justify;">
-No vengo por los trastos -le respondí-. Tengo bastantes, tengo más que todo el mundo.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Entonces escucha lo que te voy a decir: el verano es un dios que no me quiere. A mí me gustan las ciudades frías, las que tienen allá arriba una compuerta y dejan caer sus aguas. Pero en Lima nunca llueve o cae tan pequeño rocío que apenas mata el polvo. ¿Por qué no inventamos algo para protegernos del sol?</div>
<div style="text-align: justify;">
-Una sombrilla -le dije-, una sombrilla enorme que tape toda la ciudad.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Eso es, una sombrilla que tenga un gran mástil, como el de la carpa de un circo y que pueda desplegarse desde el suelo, con una soga, como se iza una bandera. Así estaríamos todos para siempre en la sombra. Y no sufriríamos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando dijo esto me di cuenta que estaba todo mojado, que la transpiración corría por sus barbas y humedecía sus manos.</div>
<div style="text-align: justify;">
-¿Sabes por qué estaban tan contentos los portapliegos de la oficina? -me pregunto de pronto-. Porque les habían dado un uniforme nuevo, con galones. Ellos creían haber cambiado de destino, cuando sólo se habían mudado de traje.</div>
<div style="text-align: justify;">
-¿La construiremos de tela o de papel? -le pregunté.</div>
<div style="text-align: justify;">
El hombre quedo mirándome sin entenderme.</div>
<div style="text-align: justify;">
-¡Ah, la sombrilla! -exclamó- La haremos mejor de piel, ¿qué te parece? De piel humana. Cada cual dará una oreja o un dedo. Y al que no quiera dárnoslo, se lo arrancaremos con una tenaza.</div>
<div style="text-align: justify;">
Yo me eche a reír. El hombre me imitó. Yo me reía de su risa y no tanto de lo que había imaginado -que le arrancaba a mi profesora la oreja con un alicate- cuando el hombre se contuvo.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Es bueno reír -dijo-, pero siempre sin olvidar algunas cosas: por ejemplo, que hasta las bocas de los niños se llenarían de larvas y que la casa del maestro será convertida en cabaret por sus discípulos.</div>
<div style="text-align: justify;">
A partir de entonces iba a visitar todas las mañanas al hombre de la perezosa. Abandonando mi reserva, comencé a abrumarlo con toda clase de mentiras e invenciones. Él me escuchaba con atención, me interrumpía sólo para darme crédito y alentaba con pasión todas mis fantasías. La sombrilla había dejado de preocuparnos y ahora ideábamos unos zapatos para andar sobre el mar, unos patines para aligerar la fatiga de las tortugas.</div>
<div style="text-align: justify;">
A pesar de nuestras largas conversaciones, sin embargo, yo sabía poco o nada de él. Cada vez que lo interrogaba sobre su persona, me daba respuestas disparatadas u oscuras:</div>
<div style="text-align: justify;">
-Ya te lo he dicho: yo soy el rey de los gatos. ¿Nunca has subido de noche? Si vienes alguna vez verás cómo me crece un rabo, cómo se afilan mis uñas, cómo se encienden mis ojos y cómo todos los gatos de los alrededores vienen en procesión para hacerme reverencias.</div>
<div style="text-align: justify;">
O decía:</div>
<div style="text-align: justify;">
-Yo soy eso, sencillamente, eso y nada más, nunca lo olvides: un trasto.</div>
<div style="text-align: justify;">
Otro día me dijo:</div>
<div style="text-align: justify;">
-Yo soy como ese hombre que después de diez años de muerto resucitó y regresó a su casa envuelto en su mortaja. Al principio, sus familiares se asustaron y huyeron de él. Luego se hicieron los que no lo reconocían. Luego lo admitieron pero haciéndole ver que ya no tenía sitio en la mesa ni lecho donde dormir. Luego lo expulsaron al jardín, después al camino, después al otro lado de la ciudad. Pero como el hombre siempre tendía a regresar, todos se pusieron de acuerdo y lo asesinaron.</div>
<div style="text-align: justify;">
A mediados del verano, el calor se hizo insoportable. El sol derretía el asfalto de las pistas, donde los saltamontes quedaban atrapados. Por todo sitio se respiraba brutalidad y pereza. Yo iba por las mañanas a la playa en los tranvías atestados, llegaba a casa arenoso y famélico y después de almorzar subía a la azotea para visitar al hombre de la perezosa.</div>
<div style="text-align: justify;">
Este había instalado un parasol al lado de su sillona y se abanicaba con una hoja de periódico. Sus mejillas se habían ahuecado y, sin su locuacidad de antes, permanecía silencioso, agrio, lanzando miradas coléricas al cielo.</div>
<div style="text-align: justify;">
-¡El sol, el sol! -repetía-. Pasará él o pasaré yo. ¡Si pudiéramos derribarlo con una escopeta de corcho!</div>
<div style="text-align: justify;">
Una de esas tardes me recibió muy inquieto. A un lado de su sillona tenía una caja de cartón. Apenas me vio, extrajo de ella una bolsa con fruta y una botella de limonada.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Hoy es mi santo -dijo-. Vamos a festejarlo. ¿Sabes lo que es tener treinta y tres años? Conocer de las cosas el nombre, de los países el mapa. Y todo por algo infinitamente pequeño, tan pequeño -que la uña de mi dedo meñique sería un mundo a su lado. Pero ¿no decía un escritor famoso que las cosas más pequeñas son las que más nos atormentan, como, por ejemplo, los botones de la camisa?</div>
<div style="text-align: justify;">
Ese día me estuvo hablando hasta tarde, hasta que el sol de brujas encendió los cristales de las farolas y crecieron largas sombras detrás de cada ventana teatina.</div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando me retiraba, el hombre me dijo:</div>
<div style="text-align: justify;">
-Pronto terminarán las vacaciones. Entonces, ya no vendrás a verme. Pero no importa, porque ya habrán llegado las primeras lloviznas.</div>
<div style="text-align: justify;">
En efecto, las vacaciones terminaban. Los muchachos vivíamos ávidamente esos últimos días calurosos, sintiendo ya en lontananza un olor a tinta, a maestro, a cuadernos nuevos. Yo andaba oprimido por las azoteas, inspeccionando tanto espacio conquistado en vano, sabiendo que se iba a pique mi verano, mi nave de oro cargada de riquezas.</div>
<div style="text-align: justify;">
El hombre de la perezosa parecía consumirse. Bajo su parasol, lo veía cobrizo, mudo, observando con ansiedad el último asalto del calor, que hacía arder la torta de los techos.</div>
<div style="text-align: justify;">
-¡Todavía dura! -decía señalando el cielo- ¿No te parece una maldad? Ah, las ciudades frías, las ventosas. Canícula, palabra fea, palabra que recuerda a un arma, a un cuchillo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Al día siguiente me entregó un libro:</div>
<div style="text-align: justify;">
-Lo leerás cuando no puedas subir. Así te acordarás de tu amigo..., de este largo verano.</div>
<div style="text-align: justify;">
Era un libro con grabados azules, donde había un personaje que se llamaba Rogelio. Mi madre lo descubrió en el velador. Yo le dije que me lo había regalado «el hombre de la perezosa». Ella indagó, averiguó y cogiendo el libro con un papel, fue corriendo a arrojarlo a la basura.</div>
<div style="text-align: justify;">
-¿Por qué no me habías dicho que hablabas con ese hombre? ¡Ya verás esta noche cuando venga tu papá! Nunca más subirás a la azotea.</div>
<div style="text-align: justify;">
Esa noche mi papá me dijo:</div>
<div style="text-align: justify;">
-Ese hombre está marcado. Te prohíbo que vuelvas a verlo. Nunca más subirás a la azotea.</div>
<div style="text-align: justify;">
Mi mamá comenzó a vigilar la escalera que llevaba a los techos. Yo andaba asustado por los corredores de mi casa, por las atroces alcobas, me dejaba caer en las sillas, miraba hasta la extenuación el empapelado del comedor -una manzana, un plátano, repetidos hasta el infinito- u hojeaba los álbumes llenos de parientes muertos. Pero mi oído sólo estaba atento a los rumores del techo, donde los últimos días dorados me aguardaban. Y mi amigo en ellos, solitario entre los trastos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Se abrieron las clases en días aun ardientes. Las ocupaciones del colegio me distrajeron. Pasaba mañanas interminables en mi pupitre, aprendiendo los nombres de los catorce incas y dibujando el mapa del Perú con mis lápices de cera. Me parecían lejanas las vacaciones, ajenas a mí, como leídas en un almanaque viejo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Una tarde, el patio de recreo se ensombreció, una brisa fría barrió el aire caldeado y pronto la garúa comenzó a resonar sobre las palmeras. Era la primera lluvia de otoño. De inmediato me acordé de mi amigo, lo vi, lo vi jubiloso recibiendo con las manos abiertas esa agua caída del cielo que lavaría su piel, su corazón.</div>
<div style="text-align: justify;">
Al llegar a casa estaba resuelto a hacerle una visita. Burlando la vigilancia materna, subí a los techos. A esa hora, bajo ese tiempo gris, todo parecía distinto. En los cordeles, la ropa olvidada se mecía y respiraba en la penumbra, y contra las farolas los maniquís parecían cuerpos mutilados. Yo atravesé, angustiado, mis dominios y a través de barandas y tragaluces llegué a la empalizada. Encaramándome en el perchero, me asomé al otro lado.</div>
<div style="text-align: justify;">
Sólo vi un cuadrilátero de tierra humedecida. La sillona, desarmada, reposaba contra el somier oxidado de un catre. Caminé un rato por ese reducto frío, tratando de encontrar una pista, un indicio de su antigua palpitación. Cerca de la sillona había una escupidera de loza. Por la larga farola, en cambio, subía la luz, el rumor de la vida. Asomándome a sus cristales vi el interior de la casa de mi amigo, un corredor de losetas por donde hombres vestidos de luto circulaban pensativos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Entonces comprendí que la lluvia había llegado demasiado tarde.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br /></div>
daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-35938496158833793332013-08-12T19:26:00.002-04:002013-08-12T19:33:15.126-04:00Julio Ramón Ribeyro en ciclo de cine peruano de Biblioteca Nacional<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEqLgkCjvNGn2ZS5OqJ5aegskvRs1Owc0SJpfAsFbjgLJht7J-AIOqXxpGJqQCxEkBXGudTOD5MWQwURLSf9ZE9zoIjsQO8YDxfGG-4t922J4vH0urtp3fivVCsh3Xvq9laFQKsxy4aVg/s1600/pict.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEqLgkCjvNGn2ZS5OqJ5aegskvRs1Owc0SJpfAsFbjgLJht7J-AIOqXxpGJqQCxEkBXGudTOD5MWQwURLSf9ZE9zoIjsQO8YDxfGG-4t922J4vH0urtp3fivVCsh3Xvq9laFQKsxy4aVg/s320/pict.jpg" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="background-color: white; color: #555555; font-family: arial; font-size: 14px; line-height: 19px;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; color: #555555; font-family: arial; font-size: 14px; line-height: 19px;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; color: #555555; font-family: arial; font-size: 14px; line-height: 19px;">Fuente: </span><a href="http://www.rpp.com.pe/2013-08-09-julio-ramon-ribeyro-en-ciclo-de-cine-peruano-de-biblioteca-nacional-noticia_620790.html">http://www.rpp.com.pe/2013-08-09-julio-ramon-ribeyro-en-ciclo-de-cine-peruano-de-biblioteca-nacional-noticia_620790.html</a></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; color: #555555; font-family: arial; font-size: 14px; line-height: 19px;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #555555; font-family: arial;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19px;">La vida y obra de Julio Ramón Ribeyro, uno de los más grandes cuentistas de Latinoamérica, es el objeto del estudio del documental Ribeyro (Arte Más Producciones, 2013), el cual se presentará hoy en el marco del ciclo (El Otro) Cine Peruano. </span></span><br />
<span style="color: #555555; font-family: arial;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19px;"><br /></span></span>
<span style="color: #555555; font-family: arial;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19px;">Organizado por el Cine Fórum de la Biblioteca Nacional, la proyección se efectuará a las 19.30 horas en su sede institucional.</span></span><br />
<span style="color: #555555; font-family: arial;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19px;"><br /></span></span>
<span style="color: #555555; font-family: arial;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19px;">En este documental se reunieron los testimonios de familiares y del círculo más cercano de amistades del recordado escritor quien, a casi 20 años de su partida, aún logra capturar nuevos lectores que le permiten mantenerse vivo por medio de sus obras.</span></span><br />
<span style="color: #555555; font-family: arial;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19px;"><br /></span></span>
<span style="color: #555555; font-family: arial;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19px;">La cinta será presentada por los productores Frank Bezada y Miriam Guevara, quienes sostendrán diálogo con los asistentes tras finalizada la proyección.</span></span><br />
<span style="color: #555555; font-family: arial;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19px;"><br /></span></span>
<span style="color: #555555; font-family: arial;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19px;">El filme es la primera entrega de una serie de trabajos audiovisuales producidos por Arte Más Producciones, que tienen el objetivo de incentivar la lectura mediante cintas dedicadas a las principales figuras de la literatura peruana del siglo XX.</span></span><br />
<span style="color: #555555; font-family: arial;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19px;"><br /></span></span>
<span style="color: #555555; font-family: arial;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19px;">Otros autores que se encuentran en la agenda serían José María Arguedas, Abraham Valdelomar y César Vallejo.</span></span></div>
<span style="background-color: white; color: #555555; font-family: arial; font-size: 14px; line-height: 19px;">
</span>daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-13165060860430954102013-07-21T12:18:00.002-04:002021-07-15T11:23:36.218-04:00JULIO RAMÓN RIBEYRO. ESE GENIO DE LA SOLEDAD<div style="text-align: center;">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicZUsqOlyXTaQIq1E8kcIcb4x_XfM5brEUvtCLEGzvtfTKx16IKbr4haQ8g90AimOmruEktjYpWB1Ocjw3Ij3937r5uu-HNbnhkNAvqOHaiQbYOzCWfvUb2GjVjezNyZds020VsbSw0Hc3/s16000/RIBEYRO.jpg" /></div>
<br />
JULIO RAMÓN RIBEYRO. ESE GENIO DE LA SOLEDAD<br />
<br />
<a href="http://diariodelibros.blogspot.com.es/2013/07/julio-ramon-ribeyro-ese-genio-de-la.html">http://diariodelibros.blogspot.com.es/2013/07/julio-ramon-ribeyro-ese-genio-de-la.html</a><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
“Marcado al rojo vivo por un mal zodiacal, agobiado por cuentas vencidas e invencibles, privado de toda gracia creadora, sintiendo que de hora en hora caen sobre mí las paletadas de mi propio sepelio, enclaustrado por ello mismo en casa en esta tarde benemérita, me deleito sin embargo en mi encierro y tomo de aquí y de allá el zumo de las cosas, la frase de un libro, la línea de un grabado, la cadencia de una melodía, el aroma de una copa, la silueta de una idea que asoma, refulge y desaparece, diciéndome que no hay nada más duradero que el instante perfecto.”</div>
daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-35022932942672487562013-05-23T10:03:00.002-04:002018-01-19T20:59:45.906-03:00Paralelo de técnicas narrativas entre alienación de Julio Ramón Ribeyro, El Hablador de Mario Vargas Llosa y Un mundo para Julios de Alfredo Bryce Echenique<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://tesis.usat.edu.pe/jspui/bitstream/123456789/89/1/TL_Palacios_D%C3%ADaz_Rommy.pdf"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnLatIzwbmd_bkvrGs4dbfMhkVYB8_Gqy0-hqJrHbJgW9murF_5IVUw0LzUGxUP5SSEyq0LzKuaYUz998a47NJii5yqOcOXRRiagAnAfSA9btgpr5jLLosxowS4sIlK7VEkPzftPi-P8g/s320/23-5-2013+10.5.45+1.jpg" width="247" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://tesis.usat.edu.pe/jspui/bitstream/123456789/89/1/TL_Palacios_D%C3%ADaz_Rommy.pdf">http://tesis.usat.edu.pe/jspui/bitstream/123456789/89/1/TL_Palacios_D%C3%ADaz_Rommy.pdf</a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<br />
<table class="itemDisplayTable" style="background-color: white; border: 0px; color: black; font-family: verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 13px; text-align: center;"><tbody>
<tr><td class="metadataFieldLabel" style="font-size: 10pt; font-weight: bold; text-align: right; vertical-align: top; white-space: nowrap;"><span style="font-size: 10pt;">Título : </span></td><td class="metadataFieldValue" style="font-size: 10pt; text-align: left; vertical-align: top;">Paralelo de técnicas narrativas entre alienación de Julio Ramón Ribeyro, El Hablador de Mario Vargas Llosa y Un mundo para Julios de Alfredo Bryce Echenique</td></tr>
<tr><td class="metadataFieldLabel" style="font-size: 10pt; font-weight: bold; text-align: right; vertical-align: top; white-space: nowrap;">Autor : </td><td class="metadataFieldValue" style="font-size: 10pt; text-align: left; vertical-align: top;"><a class="author" href="http://tesis.usat.edu.pe/jspui/browse?type=author&value=N%C3%BA%C3%B1ez+Oblitas%2C+Mar%C3%ADa+Elena" style="color: black; text-decoration: none;">Núñez Oblitas, María Elena</a><br />
<a class="author" href="http://tesis.usat.edu.pe/jspui/browse?type=author&value=Palacios+D%C3%ADaz%2C+Romy+Mariel" style="color: black; text-decoration: none;">Palacios Díaz, Romy Mariel</a></td></tr>
<tr><td class="metadataFieldLabel" style="font-size: 10pt; font-weight: bold; text-align: right; vertical-align: top; white-space: nowrap;">Palabras clave : </td><td class="metadataFieldValue" style="font-size: 10pt; text-align: left; vertical-align: top;">Alfredo Bryce Echenique<br />
Julio Ramón Ribeyro<br />
Literatura del boom<br />
Literatura hispanoamericana<br />
Literatura peruana<br />
Mario Vargas Llosa<br />
Narrativa</td></tr>
<tr><td class="metadataFieldLabel" style="font-size: 10pt; font-weight: bold; text-align: right; vertical-align: top; white-space: nowrap;">Fecha de publicación : </td><td class="metadataFieldValue" style="font-size: 10pt; text-align: left; vertical-align: top;">2008</td></tr>
<tr><td class="metadataFieldLabel" style="font-size: 10pt; font-weight: bold; text-align: right; vertical-align: top; white-space: nowrap;">Resumen : </td><td class="metadataFieldValue" style="font-size: 10pt; text-align: left; vertical-align: top;">El presente trabajo desarrolla un estudio de paralelo entre tres momentos de la narrativa hispanoamericana (Pre Boom, Boom y Post Boom) mediante el análisis de técnica narrativa de tres obras pertenecientes a dichos momentos, a saber: Alienación de Julio Ramón Ribeyro, El Hablador de Mario Vargas Llosa y Un mundo para Julius de Alfredo Bryce Echenique. Estas obras, por ser de autores tan reconocidos, son representantes dignas cada una de su etapa en la narrativa hispanoamericana. Para realizar este estudio situamos en el tiempo los tres momentos de la narrativa a analizar, es decir, hemos considerado el contexto histórico y social que envolvió a cada uno de los escritores analizados y a las obras en cuestión. Además, hacemos referencia a las características de la literatura hispanoamericana y peruana del siglo XX de manera general. Resulta imprescindible, por ser motivo de esta tesis, realizar el análisis de técnica narrativa de cada una de las obras mencionadas para luego establecer el paralelo entre ellas. Cada obra es una pieza representativa de uno de los momentos y su análisis da pie a una generalización.</td></tr>
<tr><td class="metadataFieldLabel" style="font-size: 10pt; font-weight: bold; text-align: right; vertical-align: top; white-space: nowrap;"><br /></td><td class="metadataFieldValue" style="font-size: 10pt; text-align: left; vertical-align: top;"></td></tr>
</tbody></table>
daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-31258498464349732462013-05-09T23:01:00.001-04:002013-05-09T23:05:57.775-04:00Ribeyro, el mudo, también hablaba<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcl2lg7mXilGKvI0o2hdd0JhWtS3bTpbfbzsaTGS86Fn3fYhOWBpSYXmCSCH0VpJAKoNsTdDUAvMLM7zhDvsFsapIRIh7LzSfQf6Ak14ej-A0gphfDfHFrqIcmfd0MU1svmwg6biXpaNQ/s1600/ribeyro-imagen-central-e1342560939592.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="290" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcl2lg7mXilGKvI0o2hdd0JhWtS3bTpbfbzsaTGS86Fn3fYhOWBpSYXmCSCH0VpJAKoNsTdDUAvMLM7zhDvsFsapIRIh7LzSfQf6Ak14ej-A0gphfDfHFrqIcmfd0MU1svmwg6biXpaNQ/s400/ribeyro-imagen-central-e1342560939592.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both;">
fuente: <a href="http://www.theclinic.cl/2012/07/18/ribeyro-el-mudo-tambien-hablaba/">http://www.theclinic.cl/2012/07/18/ribeyro-el-mudo-tambien-hablaba/</a></div>
<div class="separator" style="clear: both;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
Ribeyro dejó adjetivada su evolución fotográfica.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
“Es un gran escritor, de mucha personalidad, pero tiene mucha escoria”. Así, al paso pero enfática y lapidariamente, define Julio Ramón Ribeyro la obra de su coterráneo José María Arguedas. La frase, botón de muestra de su pensar y hablar directos y sin miramientos, está incluida en una de las catorce entrevistas que el crítico peruano Jorge Coaguila reunió en Las respuestas del mudo, donde también viene un apartado con respuestas breves espigadas de entrevistas que no calificaron para este volumen, respuestas breves que más de un parentesco guardan con las Prosas apátridas del propio Ribeyro. Y también viene un dossier fotográfico en el que está incorporado un especie de diario mural autobiográfico (el que aquí publicamos) donde Ribeyro aparece comentándose a sí mismo en fotos de distintas etapas de su vida. El humor escueto, la agudeza y la precisión adjetiva del peruano saltan ahí a la vista.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
La primera entrevista que se incluye fue publicada en Lima en marzo de 1978; la última, en Lima en agosto de 1994, poco después de haber recibido Ribeyro el Premio Juan Rulfo y poco antes de morir, en diciembre de 1994, también en Lima, donde 65 años antes, el 3 de agosto de 1929, había nacido. Sin embargo, fuera de su infancia y juventud y esporádicos años limeños, Ribeyro vivió sobre todo en Francia, no obstante lo cual era un autor marcadamente peruano (como lo fuera Martín Adán) pues, como él mismo dice en una de las conversaciones incluidas, “la nacionalidad no la aporta uno en los temas, sino en la manera de ver las cosas”, y su manera de ver las cosas, desencantada y más bien triste aunque nunca catastrofista ni exenta de humor y distancia, es más peruana que francesa. Igualmente, algo de la característica pesadez francesa se le fue pegando en su larga residencia parisina, lo que añadido a un carácter refractario y combinado con una inteligencia perspicaz y un sentido de las proporciones finísimo, da por resultado una voz fascinante, iluminadora con frecuencia y siempre inteligente: justamente la voz que se oye, o se lee, en rigor, en las entrevistas de este libro, donde hay conversaciones más literarias, como aquella que mantiene con el poeta Antonio Cisneros, en la que Ribeyro revela que también escribe poemas que, eso sí, se niega a publicar, y otras más contingentes (“El Perú de hoy da para una novela negra”, dice en 1992), otras generales y una, muy amena, en la que es entrevistado en conjunto con su amigote Alfredo Bryce-Echeñique, con quien, sin el tufo voluntariosamente taquillero de tanto escritor actual, hablan de fútbol con interés genuino.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
Ribeyro, que es autor de libros que irán quedando en el ruedo y, muy probablemente, desplazando a algunas de las novelas de las estrellas del Boom, porque es plausible pensar que La tentación del fracaso –el imponderable diario de Ribeyro– o sus Prosas apátridas o cuentos como “Solo para fumadores” o “Silvio en El Rosedal” (por mencionar dos clásicos suyos), van a tener en un futuro más lectores que, por poner dos casos, Aura de Carlos Fuentes o Las travesuras de la niña mala de Vargas Llosa… Y bien, Ribeyro, que es entonces autor de libros y textos que probablemente irán quedando, era reacio a las entrevistas pero accedía a concederlas, según se lee en este libro, por consideración a sus editores y lectores. Y es que, aunque directo y cortante, Ribeyro debe haber sido un hombre considerado y caballeroso, si bien no especialmente cálido y, como sea y ya con seguridad, muy contrario a la figura del escritor opinante. Por ello es que de este libro puede decirse que recoge los pensamientos de Ribeyro, no meramente sus opiniones, pues cuando no tenía una idea respecto a lo consultado ni interés en pensarlo se mostraba parco o elusivo.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
Hablaba de aquello sobre lo que tenía algo que decir, muy especialmente de literatura, de la ajena con pasión y de la suya sin autocomplacencia alguna pero tampoco con falsa modestia. Cuando Fernando Ampuero termina una entrevista pidiéndole una “opinión” acerca de si el escritor debe o no ser incómodo para el poder, la respuesta, evidentemente, es más que una mera opinión: “Eso depende del poder. Si se trata de un gobierno despótico, el escritor estará atacándolo y el poder sentirá que este es incómodo. De ahí que haya tantos escritores exiliados, deportados y encarcelados. No es ese el caso de los gobiernos democráticos. El escritor puede entonces apoyar al poder, incluso apoyarlo por omisión, si no se pronuncia, o proceder como un crítico saludable o un crítico a secas. Lo que sí juzgo inconveniente es que se convierta en un adulador del poder. Porque la adulación es negativa tanto para el que adula como para el que es adulado. De todos modos, la legitimidad del poder no deriva de que los escritores se adhieran o no a un determinado gobierno, sino de la adhesión del pueblo”.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
Cercano al que leemos en sus ensayos, aforismos y diarios, el Ribeyro al que accedemos en este libro refrenda el aserto de Jorge Coaguila, que lo define como “el mudo más locuaz de las letras peruanas”. Y el con más amplia resonancia, podría agregarse estirando el oxímoron.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
LAS RESPUESTAS DEL MUDO</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
Julio Ramón Ribeyro</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
Selección, prólogo y notas de Jorge Coaguila</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
Lolita Editores, 2012, 206 páginas</div>
<div>
<br /></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-53083747082225036042013-03-19T21:45:00.003-03:002013-03-19T21:45:32.238-03:00La marginalidad y el fracaso en la obra de Julio Ramón Ribeyro (Charla jueves 21 a las 19:30)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzYAYz495ctKb8VnHhjFpjUKrukWqVExuExKb4Q4BnwPBaoZfBrz_A9FHdMk4_UFzNoo9ihnjEZuRAoVBwGca5V3e_fgHA8ab1NfWauIU8-2l90jckKhm6Gx0ZljvfU1x_r02QVePn4LM/s1600/6557_459621140775109_1527716860_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzYAYz495ctKb8VnHhjFpjUKrukWqVExuExKb4Q4BnwPBaoZfBrz_A9FHdMk4_UFzNoo9ihnjEZuRAoVBwGca5V3e_fgHA8ab1NfWauIU8-2l90jckKhm6Gx0ZljvfU1x_r02QVePn4LM/s400/6557_459621140775109_1527716860_n.jpg" width="361" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-73880886156062168012012-08-31T16:20:00.001-04:002012-08-31T16:20:27.026-04:00Feliz cumpleaños JRR<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVKh1fTLI9uss94izuq9PSBO1v6QxSquFLFIB0Y-AMyZxLJ3wYmYvl31835W0JCkpdH8nZjSnnU-MTDuH_XFDfqObHYDGdTcX3yItD7EkaEVWzrxzji1_AkxGVfbPe_12fKjegvNtqXnA/s1600/Ribeyro+II.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="267" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVKh1fTLI9uss94izuq9PSBO1v6QxSquFLFIB0Y-AMyZxLJ3wYmYvl31835W0JCkpdH8nZjSnnU-MTDuH_XFDfqObHYDGdTcX3yItD7EkaEVWzrxzji1_AkxGVfbPe_12fKjegvNtqXnA/s400/Ribeyro+II.jpg" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<b>Feliz cumpleaños JRR</b></div>
daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-69147541539475738222012-08-14T14:16:00.002-04:002012-08-14T14:16:44.090-04:00Publicación de La caza sutil y otros textos (Ediciones UDP)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTeb-p-KFR6GbfHFPKo38WMK2f9tD35L_oox1FoQHeOSWM2nYZLhqC7841UhiCpWt8E875C3ZgExFtAhTmd_M2tmlqE_oL7lJYnaLUl6dqkpFkyESzI7dxZk_bz6nXWugP-lz7qW7sbzg/s1600/578878_10151092550132453_877031970_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTeb-p-KFR6GbfHFPKo38WMK2f9tD35L_oox1FoQHeOSWM2nYZLhqC7841UhiCpWt8E875C3ZgExFtAhTmd_M2tmlqE_oL7lJYnaLUl6dqkpFkyESzI7dxZk_bz6nXWugP-lz7qW7sbzg/s1600/578878_10151092550132453_877031970_n.jpg" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-26931966887727183802012-06-27T14:02:00.000-04:002012-06-27T14:02:54.312-04:00Julio Ramón Ribeyro, cuentos de circunstancias<div class="entry-content estirar">
<div class="entry-body estirar">
<div style="text-align: center;">
<a class="asset-img-link" href="http://blogs.elpais.com/.a/6a00d8341bfb1653ef017615de14fa970c-pi" style="display: inline;"><img alt="Julio_Ramón_Ribeyro" class="asset asset-image at-xid-6a00d8341bfb1653ef017615de14fa970c" height="707" src="http://blogs.elpais.com/.a/6a00d8341bfb1653ef017615de14fa970c-550wi" title="Julio_Ramón_Ribeyro" width="490" /></a></div>
<strong>Julio Ramón Ribeyro. Fuente: Okiperú</strong><br />
<br />
Por: <strong class="fn" rel="author">Iván Thays</strong>
<span class="date-header date-int updated" title="2012-06-27T17:23+02:00">| <span class="day">27</span> de
<span class="month">junio</span> de
<span class="year">2012</span></span><strong> </strong><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
Ribeyro vivió en París durante la época del Boom literario, coincidió
con todos los escritores célebres de esos años y ninguno le mezquinó
una palabra de elogio. Sin embargo, es uno de los "olvidados" del Boom,
quizá porque la fama siempre le fue esquiva o porque, al contrario, fue
él quien esquivó a la fama debido a su personalidad anti-Boom: no solo
era discreto, inseguro y con una gran "tentación al fracaso" sino que,
además, era muy silencioso. El silencio -salvo excepciones- no se lleva
bien con el éxito. El escritor peruano regresó a Perú unos años antes de
su muerte. Se compró un departamento frente al mar y se rodeó de
amigos, cómplices literarios. Además, descubrió que aquí lo admiraban
muchísimo: en un homenaje que le brindó una municipalidad, el público
que se quedó fuera del recinto lo obligó a mostrar su afilada figura y
saludar desde el balcón municipal bajo el coro "Ribeyro es del pueblo".
Muchas veces lo vi caminando por el malecón de Barranco; por entonces yo
dictaba cursos en un instituto que quedaba frente a su edificio. Su
timidez se mezcló con mi propia timidez y nunca me acerqué a agradecerle
sus obras. Ahora me arrepiento. Cuando Ribeyro murió había recibido,
meses antes, el premio de la FIL Guadalajara, cuando se llamaba "Premio
Juan Rulfo". No llegó a recogerlo, pero sí pudo disfrutar que celebraran
su calidad también fuera del país.</div>
<div style="text-align: justify;">
Aunque la obra de Ribeyro que prefiero son los fragmentos, ideas y aforismos reunidos en <em>Prosas apátridas,</em>
sin duda fue un cuentista prolífico que redactó algunas piezas
memorables. El espíritu de la Euro2012 me ha poseído, así que dejo aquí
un once titular: mis once cuentos favoritos de Julio Ramón Ribeyro. Una
guía para no iniciados.</div>
<div style="text-align: justify;">
1. <strong>Los gallinazos sin plumas</strong>: Una relato que parece
el guión de una película neorealista urbana italiana. Dos niños que
recogen basura para alimentar un chancho. El animal más grande se
engulle siempre al más pequeño. Los niños, gallinazos sin plumas, se
defienden, pero la ciudad tiene las fauces más abiertas.</div>
<div style="text-align: justify;">
2.<strong> Por las azoteas:</strong> Fue el primer cuento que leí de
Ribeyro. y la primera vez que lloré frente a un cuento. Lo releí muchas
veces durante el colegio y nunca dejé de lagrimear. La relación entre el
niño y el abuelo jubilado es perdurable.</div>
<div style="text-align: justify;">
3. <strong>Espumante en el sótano:</strong> Siempre me pareció
extraordinaria la capacidad de Ribeyro para retratar una situación con
detalles. Cuando el protagonista de este cuento llega a su centro
laboral, para auto-celebrar sus 25 años en la empresa, con unas
empanadas bajo el brazo y una botella de espumante bajo el otro, el
lector termina conmovido y asbolutamente rendido antes de que acabe el
cuento.</div>
<div style="text-align: justify;">
4. <strong>Las botellas y los hombres:</strong> Un padre y un hijo se
enfrentan, en una pelea ritual que no solo resume la complejidad del
amor filial sino además el proceso de transformación en que el hijo se
convierte en padre y protector. La última escena, cuando le coloca un
anillo al cuerpo vencido del padre, es épica.</div>
<div style="text-align: justify;">
5. <strong>La primera nevada</strong>: El mejor cuento que he leído,
de cualquier autor, sobre el exilio. Un peruano tímido se deja apabullar
por otro peruano, vividor y decidido, que invade su departamento. El
cuento avanza en una tensión impresionante entre ambas formas de vivir
el exilio y termina con una nevada que solo es la primera que caerá en
sus vidas.</div>
<div style="text-align: justify;">
6. <strong>Silvio en el rosedal:</strong> Aunque no me gusta toda la
arquitectura simbólica, demasiado obvia, detrás del cuento, lo cierto es
que la historia resulta maravillosa cuando descubrimos que Ribeyro ha
querido enseñarle a su protagonista que solo se puede vivir en el
presente. En el presente no existe felicidad ni amargura, solo paz. Una
enorme lección de vida.</div>
<div style="text-align: justify;">
7. <strong>Alienación:</strong> La historia de un joven mulato que
quiere transformarse en un gringo, impulsado por el amor a una chica y
por su deseo de triunfar en un mundo de blancos. Aparece en ese
relato una frase de construcción memorable: "Precisemos que se llamaba
Roberto, que años después se le conoció por Boby, pero que en los
últimos documentos oficiales figura con el nombre de Bob. En su
ascensión vertiginosa hacia la nada fue perdiendo en cada etapa una
sílaba de su nombre."</div>
<div style="text-align: justify;">
8. <strong>Al pie del acantilado:</strong> Muchos consideran este
cuento, donde una familia sin recursos intenta resistir la dureza de la
ciudad, como el único cuento de Ribeyro donde los personajes no
fracasan. Aunque la vida los trate con rudeza, ellos son "como la
higuerilla" y siempre resistirán.</div>
<div style="text-align: justify;">
9. <strong>La insignia:</strong> Un cuento breve, fantástico, de
inspiración kafkiana. Un sujeto encuentra una insignia en un basurero
que le cambia la vida. Al final, aunque el cuento se ubique en una
realidad absurda, no cabe duda que, como en las mejores ficciones
fantásticas, es un espejo de la realidad-real. Todos llevamos una
insignia puesta para movernos en una vida que no nos gusta ni
entendemos.</div>
<div style="text-align: justify;">
10. <strong>El profesor suplente:</strong> El personaje más
estremecedor de su obra es este "profesor suplente", un hombre sin
fortuna a la que un día se le da una oportunidad, reemplazar a un
profesor de historia, que él desperdicia dando vueltas por las calles y
por sus pensamientos, sin virtud alguna, hundido en sus temores. Si
fuera alcohólico, podría ser un personaje de Joseph Roth. El retrato
mismo del fracaso y las cabes que nos ponemos a nosotros mismos. </div>
<div style="text-align: justify;">
<strong>11. Solo para fumadores.- </strong>Un cuento extraordinario
sobre el vicio. Alrededor del acto de fumar se cuentan anécdotas,
algunas autobiográficas, donde el cigarrillo se convierte en dueño de la
vida de quienes lo consumen. El relato está lleno de divagaciones y
digresiones. Pronto entendemos que habla de cigarrillos pero se refiere,
sobre todo, del gran vicio (o "dulce condena" como diría Onetti) que es
el acto de escribir. Ribeyro nos ha dejado su arte poética.</div>
</div>
</div>daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-20289041998117350882012-05-22T16:29:00.001-04:002012-05-22T16:29:44.980-04:00JULIO RAMÓN RIBEYRO: UNA VIDA DE SUEÑO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqSkckBKxq9xIAXaSu3QhEwIM2Se7ElwzniNiTHnkmMotF1DezSjRhfMsZ6dow9TzVTKoMBAuMr5hx84Ezew6gWFSkXv8dsdLvTq5tgZXSX8xhjFsXMlQzyH6VAD-72XNC7gBOpku8_Qo/s1600/ribeyro.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="226" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqSkckBKxq9xIAXaSu3QhEwIM2Se7ElwzniNiTHnkmMotF1DezSjRhfMsZ6dow9TzVTKoMBAuMr5hx84Ezew6gWFSkXv8dsdLvTq5tgZXSX8xhjFsXMlQzyH6VAD-72XNC7gBOpku8_Qo/s320/ribeyro.jpg" width="320" /></a></div>
<div align="center" class="Estilo26">
<br /></div>
<div align="center" class="Estilo26">
<br /></div>
<div align="center" class="Estilo26">
<br /></div>
<div align="center" class="Estilo26">
<b>JULIO RAMÓN RIBEYRO: UNA VIDA DE SUEÑO</b></div>
<div align="center">
<b><span class="Estilo20">Abraham Prudencio</span></b><span class="Estilo30"><b> </b><br />
<br />
</span><span class="Estilo20"><br /></span><br />
</div>
<div align="center">
<br /></div>
<div align="right">
<br />
<span class="Estilo31"></span></div>
<div align="justify">
En medio del fervor patrio por la
reincorporación de la heroica ciudad de Tacna, el 31 de agosto de 1929
Julio Ramón Ribeyro daba sus primeras bocanadas de aire. Nada hacía
presagiar que años después este niño se convertiría en uno de los
escritores más apreciados tanto dentro como fuera del Perú.<br />
<br />
Impulsado por la tradición familiar estudió Derecho y Letras
en la Pontificia Universidad Católica del Perú; sin embargo, ganado por
la vocación literaria abandonó sus estudios jurídicos.<br />
<br />
<u> 1.- INICIOS: </u><br />
En 1948 inicia su apasionante carrera literaria con el cuento “<em>La vida gris</em>”
que publicó en la revista Correo Bolivariano. Poco tiempo después, en
1953, tras ganar un concurso de cuentos convocado por el Instituto de
Cultura Hispánica, se traslada a Paris para seguir estudios de
literatura francesa en la Sorbona, este viaje le permitió conocer
países como Bélgica, Polonia, Italia y Alemania. <br />
<br />
Después de tantos avatares e infortunios en 1954 publica su
primera colección de relatos al cual emblemáticamente llamaría “<em>Los gallinazos sin plumas</em>”.<br />
<br />
En Europa su experiencia vital es sometida a las más duras
pruebas, realiza todo tipo de trabajos con el fin de mantener incólume
sus aspiraciones literarias. Entre 1955 y 1956 aprovechando su estancia
ideal en Múnich escribe su primera novela “Crónica de San Gabriel”, en
su diario “<em>La tentación del fracaso</em>” hace referencia del mismo:</div>
<ul><ul><div align="justify">
"Escribí "Crónica de San Gabriel"
cuando me encontraba viviendo solo en Munich (Alemania), sin saber
alemán y en una pensión en donde era imposible comunicarse por
desconocer el idioma, tampoco salía a la calle por el frío polar
imperante...comencé pues a escribir para salirme del entorno en el que
vivía e imaginar todo el tiempo pasando unas plácidas vacaciones en la
sierra peruana. Claro que no sabía entonces que escribía una novela,
sino me divertía recordando algo ameno para olvidar algo adverso".
</div>
</ul>
</ul>
<div align="justify">
Luego de su debut literario nos entrega “<em>Cuentos de circunstancias</em>” en (1958), “<em>Las botellas y los hombres” </em>(1964), “<em>Tres historias sublevantes”</em> (1964), “<em>Los cautivos</em>” (1972), “<em>El próximo mes me nivelo”</em> (1972), “<em>Silvio en El Rosedal”</em> (1977), “<em>Sólo para fumadores</em>” (1987) y “<em>Relatos santacrucinos”</em> (1992).<br />
<br />
La colección de todos sus cuentos se encuentra reunido bajo el título de “<em>La palabra del mudo</em>”, el propio Ribeyro nos explica en una carta escrita en 1973 el porqué de este título:</div>
<ul><ul><div align="justify">
"porque en la mayoría de mis cuentos
se expresan aquellos que en la vida están privados de las palabras, los
marginados, los olvidados, los condenados a una existencia sin
sintonía y sin voz. Yo les he restituido ese hálito negado y les he
permitido modular sus anhelos, sus arrebatos y sus angustias". </div>
</ul>
</ul>
<div align="justify">
Sus libros se enfocan sobre todo en la
narrativa urbana de los años de los años 40 y 50, sus personajes
reflejan la frustración individual y colectiva. <br />
<br />
La aparición del Boom latinoamericano marcó todo una época en
el sentido que sus integrantes apostaron por la innovación técnica y
por plasmar la novela total. Julio Ramón Ribeyro, en cambio, prefirió
mantenerse al margen, y seguir escribiendo al mismo estilo decimonónico
del siglo XIX. Ello no significó una limitación, al contrario, reforzó
la primacía de lo temático antes que de la forma. Ribeyro logró
plasmar la vida diaria de la población peruana, sus personajes tienen
una relación directa con la gente de carne y hueso. Una de las virtudes
de Ribeyro fue graficar el cambio social que vivía el Perú, es decir,
narra el preciso momento de la plena transformación de la ciudad-
monstruo.
</div>
<ul><ul><div align="justify">
“…creo que la violencia y la
soledad son temas fundamentales en mis libros. Asimismo la dificultad
para comunicarse con el prójimo. La marginalidad es otro tema. Muchos
de los personajes de mis cuentos están desubicados en su medio social.
Son desocupados o delincuentes, o pequeños empleados descontentos de su
destino, en fin… Esto lo he visto mucho después de escribirlos”.
</div>
</ul>
</ul>
<div align="justify">
<u> 2.- CUANDO EL FRACASO ES UNA TENTACIÓN:</u> <br />
Ribeyro también cultivó un género poco frecuentado por
escritores peruanos, se puede decir que es uno de los pocos que realizó
de manera organizada el diario íntimo. Este diario empieza en Lima el
11 de abril de 1950 y termina el 30 de diciembre de 1978; todo este
largo periplo fue publicado bajo el título de “<em>La tentación del fracaso</em>”.
Este texto es de una importancia capital.Como se sabe Ribeyro fue poco
dado a las entrevistas y mesas redondas, los flashes y cámaras lo
desconcertaban hasta el punto de intimidarlo, por esta razón lo que se
sabía de él era realmente muy poco, pero gracias a la aparición de este
diario hemos podido conocer un poco más acerca del escritor y al ser
humano real. El 30 de agosto de 1959 por ejemplo apunta lo siguiente:</div>
<ul><ul><div align="justify">
Cuando era más joven me decía:
“Antes de cumplir los 30 debo hacer algo importante”. Mañana los cumplo
y no he realizado nada que valga la pena. Otros han hecho dinero o se
han casado. Yo no he hecho sino gastar dinero y perder o renunciar a
las mujeres (C. se ha casado en Estados Unidos con un médico italiano y
Mimí espera en Amberes desde hace mes y medio una importantísima
respuesta mía que todos los días aplazo) Todo esto es el precio de una
carrera literaria, en este pobre país. ¡Si por lo menos me dieran el
premio de teatro! Sería suficiente para justificar todo este año de
vagancia, de mala noche, de enfermedad y despilfarro. (…) Interrumpido
mi relato “Al pie del acantilado”. La casa a punto de alquilarse y no
sé dónde iré a vivir. Hay algo que cruje en medio de todo esto, algo
que va a derrumbarse. Hace dos noches con Hernando Cortez en un bar
sentimos pesar nuestro desánimo y nos dijimos que ya no teníamos
juventud.
</div>
</ul>
</ul>
<div align="justify">
Ribeyro es un autor de una extraña
voluntad, la soledad y el hecho de creer haberlo perdido todo es una
constante, en su diario hay una sensación de acabamiento. Nos
enteramos, gracias a este libro, de sus inicios, de su profunda vocación
literaria, de los avatares y paradojas que le toca vivir en el
extranjero, sus manías, gustos y antipatías, habla de la vida y la
muerte, de sus temores y ambiciones, de amigos y enemigos, de las
mujeres y el vino. Expresa en síntesis unas ganas profundas de vivir y
sentir, su vida y literatura se fundamenta en la búsqueda de lo
inevitable e impredecible.
</div>
<div align="justify">
<u>3.- PARADOJAS DE LA VIDA: </u><br />
La vida de Ribeyro siempre ha estado ligada a circunstancias
extrañas y paradójicas, la sucesión de hechos extraños hacen de Ribeyro
un hombre no de carne y hueso sino en todo un personaje de novela. Se
cuenta la historia que una vez le pidió a Alfredo Bryce, su amigo
íntimo, un poco de dinero, éste le prestó presuroso pensado que era por
un asunto de suma urgencia pero al rato siguiente su asombro creció al
ver a Ribeyro partir presuroso en un taxi por alguna avenida de la
gran Paris mientras que él esperaba como todo mortal el metro para
llegar a su destino. O la vez en que un profesor de Huanta lo agasajó
con comidas y cervezas saludándolo a todo instante, no podía creer que
estuviera departiendo con el gran Julio Ramón Ribeyro el escritor que
publicó esa gran novela de todos los tiempos “<em>La ciudad y los perros</em>”.
Una vez agasajado y bien comido Ribeyro estratégicamente prefirió que
el profesor se quedara con esa verdad, ser confundido por otro es algo
doloroso pero Ribeyro prefirió que esa sea la verdadera historia. <br />
<br />
Se cuenta también la vez en que se vio traducido al francés,
Ribeyro saltaba de felicidad de ver su sueño hecho realidad; sin
embargo, esta alegría fugaz vino acompañado con una ingrata sorpresa.
En el libro figuraba su nombre y sus cuentos pero en la foto de la
solapa no salía él sino el retrato de un escritor africano que por
cosas de la vida tenía su mismo apellido, Ribeyro no supo cómo
solucionar este grave error sin caer en racismo; sin embargo, para su
tranquilidad, este grave error fue corregido tiempo después. Fernando
Ampuero da cuenta de otro suceso difícil por la que pasó nuestro
narrador:</div>
<ul><ul><div align="justify">
<strong>Las cucharitas del hospital:</strong>“Cosas
raras, sí. Tan raras, y a la vez tan intensamente dramáticas, como lo
que le sucediera treinta años atrás, en un hospital público de Francia,
cuando Julio Ramón, convaleciente de una operación de cáncer al
estómago, advirtió que su vida dependía de las cucharas y cucharitas
que él pudiera robarse de las bandejas de otros pacientes. Julio Ramón
se hallaba en la peligrosa sala común de ese hospital. Se le veía
sumamente delgado y se dudaba de su recuperación. Los médicos
proporcionaban mayores cuidados y mejor comida a los pacientes que
subían de peso. Los pacientes se pesaban a diario, y aquellos que
ganaban peso a lo largo de varios días recibían una amplia sonrisa de
aprobación y eran trasladados a una sala especial, en tanto los otros
seguían en la sala común, considerada por los pacientes y el personal
médico como el moridero, pues allí todos los días le ponían el biombo a
más de un enfermo a punto de palmarla. Julio Ramón, consciente de la
crucial importancia del peso, vivió la hora de la balanza con el
suspense de una película de Hitchcock. Temía ser descubierto. "Fueron
momentos de gran tensión y autocontrol", me dijo, "en las que debía
ingeniármelas para esconder disimuladamente en los bolsillos de mi
piyama y mi bata las cucharas y cucharitas que me robaba a fin de subir
varios gramos por día a la hora de pesarme". Ese peso ficticio, ese
peso adicional, le salvó la vida. Lo pasaron a la sala especial, donde
se alimentó mejor, y, gracias a ello, mejoró su salud y vivió veinte
añosmás.”</div>
</ul>
</ul>
<div align="justify">
Estas y demás cosas le pasaban a un
tímido Ribeyro que cuanto más quería pasar desapercibido allí estaban
los amigos, cuanto más buscaba la soledad allí estaba la prensa, cuanto
más los rechazaba allí estaban los premios y el reconocimiento. Se
podría decir que Ribeyro sólo escribió un libro cuya temática se centra
sobre todo en la preocupación por el ser humano marginado.<br />
<br />
La atmosfera que se respira en sus textos es de una
Lima conflictiva donde la tensión va creciendo a cada minuto. Los
personajes desintegrados familiarmente simbolizan la desesperanza, la
marginalidad, frustración, soledad, la constante ironía hace de los
personajes emblemas de los seres de carne y hueso, la vida diaria de
los personajes se circunscribe en los límites de la periferia concreta y
simbólica. Sus cuentos reflejan al Perú de los años 50 y 60, cada
historia particular y en apariencia aislada se universaliza gracias a
los grandes temas subyacentes: la soledad, el desarraigo, la
frustración, marginalidad. Hay un tratar de saber quiénes somos, y el
porqué de las cosas. Por eso el desenlace de cada historia riberyana es
desconcertante por que los personajes sencillamente no terminan
yéndose con la suya sino es un darse cuenta de haber sido víctima de
los caprichos del destino.<br />
<br />
Julio Ramón Ribeyro pasó la mayor parte de su vida en
Europa. La distancia solidificó su interés por el Perú, por esta razón
la mayoría de sus textos tienen como escenario su país natal, y el
interés por el suelo patrio se evidencia en libros como <em>Crónica de San Gabriel</em> (1960), <em>Silvio en el rosedal</em>
(1976). En sus más de 87 cuentos (cuentos completos, Alfaguara, 1996)
el lector puede conocer un poco más esa Lima cambiante y conflictiva.</div>
<div align="justify">
<u>4.- INFLUENCIAS:</u> <br />
Ribeyro plasma una literatura personal, no trata de
describir la sociedad sino de dar cuenta de una realidad, su literatura
se fundamenta en un contexto vital y cotidiano. En su registro
personal no se puede decir que tenga una influencia directa y
aplastante de ciertos autores, en él se puede hablar más que todo de
admiración de autores del siglo XIX como Edgar Allan Poe, Antón Chéjov
y Guy de Maupassant de quien tradujo un brillante libro. <br />
<br />
Ribeyro se impone de esa manera como uno de los autores
de estilo personal explorando y robusteciendo la narrativa de América
Latina.<br />
<br />
<u> 5.- LA AMISTAD INCONCLUSA: </u><br />
Paris fue escenario donde tanto poetas con narradores
llegaban a confluir, llevados por el misterio y el hechizo, La Ciudad
Luz se había convertido en un enclave romántico donde se podía
desarrollar mal que bien, proyectos literarios. Es así como en 1958
Mario Vargas Llosa y Julio Ramón Ribeyro coinciden en la capital
francesa; al respecto Vargas Llosa en su libro de memorias “<em>El pez en el agua</em>” se refiere a Ribeyro con admiración “<em>todos lo comentábamos con respeto</em>”.<br />
<br />
Posteriormente gracias a la intervención de Mario y Luis
Loayza Ribeyro se integra a la agencia de noticas France Presse. Sin
embargo, esta amistad se verá quebrantada por asuntos políticos que
venían del gobierno militar. Mario Vargas Llosa se ha referido a
Ribeyro con durísimas palabras calificándolo de convenido político sólo
para seguir conservando un puesto burocrático. Tras este infeliz impase
devino un largo silencio como signo de ruptura ante todo tipo de
amistad. Sin embargo Ribeyro tuvo otros amigos como el talentoso
Alfredo Bryce Echenique con quien compartió una sincera amistad hasta
el final de sus días.</div>
<div align="justify">
<u> 6.- PREMIOS:</u> <br />
Si hablamos de premios literarios y nos regimos a la
verdad de las mentiras pareciera que en esta lluvia de premios y
trofeos lo ganan autores que a veces menos lo merecen. Ribeyro a través
de su larga trayectoria y su estilo personal ha ganado un premio que
muy pocos escritores lo detentan y esa es de la admiración y constante
lectura y relectura de jóvenes de todas las generaciones que se van
renovando de manera continua, es admirable ver como los jóvenes se
acercan a él con placer y admiración. En su haber también obtuvo
premios tales como:<br />
<br />
Premio Nacional de Novela (1960), Premio de Novela del
Diario Expreso (1963), Premio Nacional de Literatura (1983), Premio
Nacional de Cultura (1993), Premio de Literatura Latinoamericana y del
Caribe Juan Rulfo (1994).<br />
<br />
El universo creado por Ribeyro es complejo y diverso, reina
el desarraigoy la marginalidad. Los personajes están supeditados por
una voluntad superior, es decir son víctimas del sistema. Este realismo
urbano refleja los sucesos sociales e históricos por la que está
atravesando el Perú. Cada historia es particular, relata una realidad
compleja, las disputas y fricciones que tienen como denominador común
la discriminación, el racismo. Los personajes se ven envueltos en
constantes conflictos, la segregación y, el fracaso están directamente
ligados a lo económico y social.</div>
<div align="justify">
<u> 7.- EL AMIGO FIEL Y ENTRAÑABLE: </u><br />
Uno de los placeres indesligables al de la escritura
fue el placer de fumar, todos sus actos se relacionaban y confundían
con este vicio cada vez más creciente y necesario, se volvió tan
esclavo de su gran poder que no podía realizar ningún acto sin esa
“vital” presencia. <br />
<br />
Impulsado por este poder absoluto Ribeyro escribió uno
de los cuentos más hermosos y desgarradores acerca de este tema, este
texto no podía ser mejor titulado “Solo para fumadores”. En este
extraordinario trabajo Ribeyro nos cuenta todo ese proceso esclavizante
pero placentero, nos cuenta sus primer encuentro con el cigarro hasta
sus penosas y angustiantes operaciones, nos relata de los incontables
cigarrillos que fumó según su situación económica, por sus manos se
hizo humo cientos de marcas tales como cigarrillos de tropa, derby,
chesterfield, incas, lucky, bisonte, gauloises, gitanes, players
británico, pall mal, camel, dunhill y los famosos malbores palabra con
la que componía y formaba otras palabras.<br />
<br />
Ribeyro aguijoneado por esta necesidad se vio obligado a
mendigar cigarros, pedir fiado, trabajar para el cigarro, caminar por
la calle mirando el piso con la esperanza de encontrar un cigarro a
medio fumar, todo ello y más hasta ser empujado a lo peor de todo
vicio: desprenderse de los objetos más amados como un acto de fe que
obliga a la adoración total y absoluta, en el texto en mención relata
lo siguiente:</div>
<ul><ul><div align="justify">
“Ocurrió que un día no pude ya
comprar ni cigarrillos franceses —y en consecuencia leer mis cartas—, y
tuve que cometer un acto vil: vender mis libros. Eran apenas
doscientos o algo así, pero eran los que más quería, aquellos que
arrastraba durante años por países, trenes y pensiones y que habían
sobrevivido a todos los avatares de mi vida vagabunda. Yo había ido
dejando por todo sitio abrigos, paraguas, zapatos y relojes, pero de
estos libros nunca había querido desprenderme. Sus páginas anotadas,
subrayadas o manchadas conservaban las huellas de mi aprendizaje
literario y, en cierta forma, de mi itinerario espiritual. Todo
consistió en comenzar. Un día me dije: "Este Valéry vale quizás un
cartón de rubios americanos", en lo que me equivoqué, pues el
bouquiniste que lo aceptó me pagó apenas con qué comprar un par de
cajetillas. Luego me deshice de mis Balzac, que se convertían
automáticamente en sendos paquetes de Lucky. Mis poetas surrealistas me
decepcionaron, pues no daban más que para un Players británico. Un
Ciro Alegría dedicado, en el que puse muchas esperanzas, fue solo
recibido porque le añadí de paso el teatro de Chejov. A Flaubert lo fui
soltando a poquitos, lo que me permitió fumar durante una semana los
primitivos Gauloises. Pero mi peor humillación fue cuando me animé a
vender lo último que me quedaba: diez ejemplares de mi libro <em>Los gallinazos sin plumas</em>,
que un buen amigo había tenido el coraje de editar en Lima. Cuando el
librero vio la tosca edición en español, y de autor desconocido, estuvo
a punto de tirármela por la cabeza. "Aquí no recibimos esto. Vaya a
Gilbert, donde compran libros al peso". Fue lo que hice. Volví al hotel
con un paquete de Gitanes. Sentado en mi cama encendí un pitillo y
quedé mirando mi estante vacío. Mis libros se habían hecho literalmente
humo” (Ribeyro, 1996: 577,578)</div>
</ul>
</ul>
<div align="justify">
Ribeyro mientras fumaba trataba de dar
una explicación razonable a este acto, era consciente que seguir
manteniendo este vicio sólo le traería problemas; sin embargo, el creía
que después de todo había una justificación a este acto por ello a
carencia de una explicación razonable y convincente él mismo formuló su
propia teoría del por qué persistía en este vicio placentero, he aquí
su teoría:</div>
<ul><ul><div align="justify">
“Me dije que, según Empédocles,
los cuatro elementos primordiales de la naturaleza eran el aire, el
agua, la tierra y el fuego. Todos ellos están vinculados al origen de
la vida y a la supervivencia de nuestra especie. Con el aire estamos
permanentemente en contacto, pues lo respiramos, lo expelemos, lo
acondicionamos. Con el agua también, pues la bebemos, nos lavamos con
ella, la gozamos en ejercicios natatorios o submarinos. Con la tierra
igualmente, pues caminamos sobre ella, la cultivamos, la modelamos con
nuestras manos. Pero con el fuego no podemos tener relación directa. El
fuego es el único de los cuatro elementos empedoclianos que nos
arredra, pues su cercanía o su contacto nos hace daño. La sola manera
de vincularnos con él es gracias a un mediador. Y este mediador es el
cigarrillo. El cigarrillo nos permite comunicarnos con el fuego sin ser
consumidos por él. El fuego está en un extremo del cigarrillo y
nosotros en el opuesto. Y la prueba de que este contacto es estrecho
reside en que el cigarrillo arde, pero es nuestra boca la que expele el
humo. Gracias a este invento completamos nuestra necesidad ancestral
de religarnos con los cuatro elementos originales de la vida. Esta
relación, los pueblos primitivos la sacralizaron mediante cultos
religiosos diversos, terráqueos o acuáticos y, en lo que respecta al
fuego, mediante cultos solares. Se adoró al sol porque encarnaba al
fuego y a sus atributos, la luz y el calor. Secularizados y descreídos,
ya no podemos rendir homenaje al fuego, sino gracias al cigarrillo. El
cigarrillo sería así un sucedáneo de la antigua divinidad solar y fumar
una forma de perpetuar su culto.” (Ribeyro, 1996: 590)</div>
</ul>
</ul>
<div align="justify">
Se dice que muchos escritores,
poetas, y artistas tienen la bendita manía de fumar pero muy pocos han
escrito sobre este tema, Ribeyro con este trabajo hizo uno de los más
memorables cuentos acerca de este tema, y no podía ser de otra manera
porque así como le dio la felicidad también se podría decir que le dio
la muerte.</div>
<div align="justify">
<u> 8.-CUANDO SE APAGA LA CHISPA: </u><br />
En 1973 Ribeyro por fin se percata de su mortalidad,
después de un exhaustivo examen médico la conclusión es irrefutable: se
le detecta cáncer el cual será su sombra hasta el final de sus días.<br />
<br />
Sabía que este vicio le iba a causar la muerte; sin
embargo, continuó escribiendo y fumando por más que el doctor Dupont le
mostrara su cuchillo como señal de lo inevitable, la muerte se lo
llevó por el pulmón el cuatro de diciembre de 1994, pero se fue
tranquilo dejándonos a nosotros, siempre inconformes de este mundo
real, un legado de historia y perseverancia. <br />
<br />
Mientras escribo este texto mes es imposible encender
uno de los siempre dulzones Lucky y mientras olisqueo su empaque miro a
través del círculo rojo la imagen de Ribeyro y entre la soledad y el
recuerdo me digo no has muerto maestro, en cada lectura y relectura de
tus cuentos vuelves a la vida con más energía que nunca así como cuando
tecleabas tus primeros cuentos.</div>
<div align="justify">
<br /></div>
<div align="center">
* * * </div>
<div align="center">
<strong>BIBLIOGRAFÍA</strong> </div>
<div align="justify">
- Cuentos Completos, Alfaguara, Madrid, 1996.<br />
- "La tentación del fracaso", diario personal (1950-1978) Editorial Seix Barral, Barcelona, 2003.</div>daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-12574181043352570552011-12-30T14:33:00.000-03:002011-12-30T14:34:31.387-03:00El proyecto novelístico de José María Arguedas según Julio Ramón Ribeyro<div style="color: white;">
<span lang="ES-MODERN" style="font-size: small;"><div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgny2AeBHQaUBaFOYHNc1Emd-ihi-OSSLj4HQN_KP7a19LvOaGv02pg9CADzjhyphenhyphenFhZMEO7rNve7fl0OH0c8545ARbws1q14EgMo4yJO-pfXw2GBwZydGdV3L4mjQ2bjZT42PwU99aRbgLA/s1600/Ribeyro+II.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgny2AeBHQaUBaFOYHNc1Emd-ihi-OSSLj4HQN_KP7a19LvOaGv02pg9CADzjhyphenhyphenFhZMEO7rNve7fl0OH0c8545ARbws1q14EgMo4yJO-pfXw2GBwZydGdV3L4mjQ2bjZT42PwU99aRbgLA/s400/Ribeyro+II.jpg" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<b><span style="font-family: Verdana;">El proyecto novelístico de José María Arguedas según Julio Ramón Ribeyro</span><span style="font-family: Verdana;"><sup>1</sup></span></b></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<b><span style="font-family: Verdana;">Antonio González Montes</span></b></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Universidad Nacional Mayor de San Marcos
<br /> <a href="mailto:agonzalm@correo.ulima.edu.pe">agonzalm@correo.ulima.edu.pe</a></span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<br /></div>
<hr />
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">En este año
del 2009, las letras peruanas recuerdan con unción, afecto y
reconocimiento, los 40 años de la desaparición física del gran escritor
nacional José María Arguedas (1911-1969) y los 80 años del nacimiento
de otra figura central de la literatura peruana: Julio Ramón Ribeyro
(1929-1994). Reconforta comprobar que ambos creadores están vigentes y
que sus obras se leen y analizan no solo en el Perú sino en el ámbito
internacional, tanto en la lengua española como en otros importantes
idiomas. </span><br />
<br />
<span style="font-family: Verdana;">
</span><br />
<br />
<center>
<a name='more'></a>
</center>
</div>
</span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="color: white;">
<span lang="ES-MODERN" style="font-size: small;"><span style="font-family: Verdana;">Por otro
lado, la presencia y la trascendencia de ambos autores, uno de ellos
nacido en la Sierra del país (Arguedas nació en la ciudad de
Andahuaylas, que pertenece al Departamento de Ayacucho) y el otro, en
la Costa central (Ribeyro vio la luz en Lima, la ciudad capital del
Perú), demuestra que más allá de su procedencia geográfica, ambos
lograron plasmar una visión diversa pero integradora y verosímil de la
heterogénea realidad peruana a través de las notables narraciones
(cuentos y novelas) que dieron a conocer a lo largo de las décadas del
agitado y conflictivo siglo XX. </span></span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="color: white;">
<span lang="ES-MODERN" style="font-size: small;"><span style="font-family: Verdana;">Arguedas
pertenecía a lo que el escritor (novelista y crítico) Miguel Gutiérrez
denomina la "semi-generación del 32", mientras que Ribeyro formó parte
de la generación del 50, ambas del siglo pasado<sup>2</sup>. Ambos
practicaron no solo el género narrativo, también incursionaron en el
campo del ensayo literario y en el caso de Arguedas por ser bilingüe
quechua–español llegó a escribir una poesía de alta calidad en la
lengua nativa más importante del Perú. Lo que queremos recordar en las
siguientes páginas es que Ribeyro tenía en muy alta estima la
producción literaria de Arguedas y que en particular le interesaba el
proyecto novelístico que este logró desarrollar mediante los libros que
publicó entre 1941 y 1964. Por ello en su libro ensayístico y de
crítica literaria, <i>La caza sutil<sup>3 </sup></i>incluyó dos
artículos en los que demuestra haber leído con exhaustividad y agudeza
las novelas con las que Arguedas renovó y enriqueció la novelística
peruana del siglo XX. Los dos trabajos permiten constatar que la
lectura de Ribeyro coincide en gran parte con lo que la crítica
literaria ha establecido en relación con la obra creativa del autor de <i>Los ríos profundos</i>
(1958). Por ello, nos hemos permitido glosar los dos textos críticos
del escritor limeño acerca de su connacional andahuaylino, como una
manera de propiciar una relectura de ambos en el año en que se cumplen
tan importantes aniversarios ligados a la vida y a la obra de estos dos
grandes peruanos del siglo XX. </span></span></div>
<div style="color: white;">
<span lang="ES-MODERN" style="font-size: small;"><b><i>
</i><div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<i><span style="font-family: Verdana;">Los ríos profundos</span></i><sup><span style="font-family: Verdana;">4 </span></sup></div>
<sup> </sup></b>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Hay que
destacar la cercanía temporal de este artículo con respecto a la fecha
de aparición de la novela de Arguedas. En efecto, el texto de Ribeyro
aparece al año siguiente de la publicación de la obra, y aun en 1959,
el articulista se revela como un conocedor y admirador de las
creaciones narrativas de su colega andahuaylino, porque manifiesta
haber leído sus obras ya publicadas y confiesa que esperaba con zozobra
la aparición de la novela ya anunciada, pues "para un escritor, en
efecto, el tránsito del cuento a la novela es una operación delicada,
llena de riesgos, por cuanto lo que en apariencia solo consiste en
modificar la extensión del relato implica, en el fondo, un cambio
sustancial de su estructura".</span><sup><span style="font-family: Verdana;">5 </span> </sup></div>
<sup> </sup>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Haciendo un
balance de los logros y puntos débiles de la novela, Ribeyro llega a la
conclusión de que "esta obra es una de las más valiosas creaciones de
la novelística peruana", y esta afirmación ha sido confirmada por la
crítica posterior pues varios estudiosos han destacado la calidad
artística y la trascendencia de la realidad ficcional plasmada en la
obra. Entre ellos habría que citar a Antonio Cornejo Polar, Ángel Rama,
Julio Ortega, Alberto Escobar, Ricardo González Vigil, James Higgins,
Carlos Huamán López. El propio Mario Vargas Llosa en más de una
oportunidad ha confesado su admiración por el autor sureño y en especial
por la novela publicada en 1958. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">El aporte de
Ribeyro consiste en destacar aquellos elementos del mundo novelístico
que a él como lector y escritor lo impactan en tanto le permiten
apreciar lo peculiar del arte narrativo de Arguedas. Así, Julio Ramón
se admira, en primer lugar, de la cantidad de objetos y seres descritos
que pueblan las páginas de la obra y señala que eso distingue al autor
sureño de los escritores cien por cierto urbanos pues estos no son
capaces de percibir y de otorgar matices y detalles a una infinidad de
objetos de la naturaleza que para Arguedas, en cambio, son altamente
significativos. Y en efecto, en una novela los objetos mencionados son
importantes, sean estos naturales y culturales, pues son parte del mundo
verbal y muchas veces asumen una significación crucial en el
desarrollo de la narración. Y esto puede verse también en los propios
cuentos de Ribeyro, en los que objetos diversos (un libro, un lapicero,
una insignia, una botella, etc. también asumen un valor notable).</span><sup><span style="font-family: Verdana;">6 </span></sup></div>
<sup> </sup>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">En relación
con esta importancia especial concedida por Arguedas a los objetos
naturales, Ribeyro manifiesta su entusiasmo por "la concepción animista
que tiene de la naturaleza" y señala que esta visión del mundo es
propia de su personalidad, formada en la literatura quechua y que este
es un aporte que José María ha traído consigo a la literatura en
español y con ello la ha enriquecido. Agrega el escritor limeño que "en
la obra de Arguedas –como en las narraciones orientales, la literatura
oral primitiva y la mitología de occidente– la naturaleza es despojada
de su tedioso carácter ornamental y pasa a desempeñar el papel de un
personaje".</span><sup><span style="font-family: Verdana;">7 </span></sup></div>
<sup> </sup>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">En cuanto al tema, Ribeyro constata que en <i>Los ríos profundos</i>,
su autor ha recogido preocupaciones que había tematizado en ficciones
anteriores, principalmente aquellas que muestran al protagonista en
conflicto consigo o con fuerzas externas. Agrega que a estas
recurrencias ha agregado nuevos asuntos "dentro de su dinámica
narrativa"; y menciona dos: "<b>el motín de las chicheras</b>" –que le da a la novela su dimensión social– y el <b>relato de la peste</b>" que añade un dramatismo a los sucesos de la obra<sup>8</sup>.
El que, además, la novela esté escrita en primera persona, como sus
creaciones anteriores, indicaría que el autor seguiría recurriendo a su
experiencia personal como la principal cantera de inspiración. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Otro aspecto
que Ribeyro subraya es que en la novela de Arguedas, como corresponde a
las de una época en que se exigía que ella sea un testimonio de un
estado de cosas, (tal como lo establecía el filósofo francés Jean Paul
Sastre), no solo hay emoción estética, también existen "útiles
referencias sobre las costumbres de la comunidad andina y la sicología
de nuestra población indígena". Asimismo, la ficción permite observar
el papel "que desempeña el clero en la vida social y política de los
pequeños pueblos" y muchos otros aspectos vinculados con el sincretismo
religioso, las características de la poesía quechua, las condiciones
infrahumanas en que viven los colonos. Y aunque los sucesos parecen
desarrollarse en la década del 30 del siglo pasado, como dice Ribeyro, a
fines de la década del 50, y como podía afirmarse aun hoy en la
primera década del siglo XXI, la obra refleja lo que ha sido y es
todavía en parte la vida en la serranía de la zona sur andina del país.</span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Otros
aspectos de la novela que Ribeyro evalúa se refieren a la actitud
narrativa predominante y a la calidad del estilo. Con respecto al
primero de ellos, es interesante la observación de que al evocar los
acontecimientos no se percibe "una actitud polémica ni protestante"; y
ello obedece a que si bien puede advertirse una cierta indignación, más
gravitante es la nostalgia. Al predominio de esta última contribuye el
que se narre desde la perspectiva de un niño, con lo cual lo
ideológico pasa a un segundo plano y lo emotivo asume un valor de
primer orden. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">En cuanto a la calidad de la prosa de <i>Los ríos profundos</i>,
el parecer de Ribeyro es que Arguedas, guiado por su objetivo de
revelar un mundo complejo y fracturado, sacrifica la belleza a la
expresividad. Sobre el manejo de las distintas técnicas indica que la
narración fluye sin mayores dificultades, pero agrega que cuando esta
se detiene para evocar o describir un escenario, la calidad de la prosa
mejora hasta alcanzar un vuelo poético. El diálogo, dice Ribeyro, es
certero cuando "acompaña a la acción o surge de ella". En cambio los
diálogos estáticos "revelan cierta tendencia a la estilización de las
réplicas". También observa que se nos transmite "el habla indígena
mediante la alteración de la sintaxis y no mediante las modificaciones
morfológicas".</span><sup><span style="font-family: Verdana;">9 </span></sup></div>
<sup> </sup>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">La observación final de Ribeyro acerca de <i>Los ríos profundos </i>toca
el asunto de la estructura de la novela, de gran importancia cuando se
evalúa una obra de este género. Dice Ribeyro que Arguedas no ha
trabajado mucho este componente pues los acontecimientos parecen haber
desbordado a la forma novelesca y no se percibe un esquema que ordene a
aquellos. Llega a afirmar que "la novela nos parece, por momentos, una
sucesión de estampas". </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Igualmente la
materia argumental le parece difusa en tanto no queda claro cuál fue
la preocupación central de Arguedas. Ribeyro enumera hasta tres líneas
argumentales que compiten entre sí en la novela por atraer el interés
del lector, y agrega que algunos personajes que parecían llamados a
cumplir roles importantes en el desarrollo de la trama no vuelven a
aparecer después de una prometedora presencia en las páginas iniciales
del libro. El crítico de <i>Los ríos profundos</i> busca una
explicación a esta falta de unidad de la obra y la encuentra en el hecho
de que es una novela autobiográfica y por tanto "refleja casi
necesariamente la incoherencia de la vida". </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Su reflexión
final es que el personaje de Ernesto lo ha convencido plenamente y
alberga la ilusión de que reaparezca en alguna novela futura del
escritor indigenista; y si bien esto no ocurrió, después de este libro,
Arguedas se dio tiempo para crear y dar algunas obras más como
tendremos ocasión de apreciar, gracias a que Ribeyro siguió de cerca el
desarrollo de la producción novelista de este autor a quien admiraba
mucho. Y ello permite señalar que desde su perspectiva de creador,
Ribeyro muestra una lucidez admirable con respecto al sentido que tuvo
la obra escrita de su colega, porque en muchos de sus artículos plantea
líneas de interpretación muy sugestivas, que la crítica recogió un poco
después. Por eso queremos completar esta imagen del novelista Arguedas
trazada por Ribeyro pasando revista a un último artículo dedicado a
examinar las ficciones del maestro nacido en la ciudad andina de
Andahuaylas. </span></div>
<b>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Arguedas o la destrucción de la Arcadia</span><sup><span style="font-family: Verdana;">10 </span> </sup></div>
<sup> </sup></b>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Este artículo
de Ribeyro es importante por el lugar y fecha (París, 1970) en que fue
escrito, como por el hecho de que en él se hace un recuento de casi
toda la prosa de ficción publicada por Arguedas, desde 1935 hasta 1964,
casi 30 años. Como sabemos, José María se quitó la vida hacia fines de
1969, y su novela póstuma, <i>El zorro de arriba y el zorro de abajo,</i>
recién apareció en 1971. Pero es estimulante comprobar que Julio Ramón
seguía interesado en analizar el sentido de la narrativa arguediana y
puede decirse que es uno de los novelistas sobre los cuales publicó más
artículos, como hemos tenido oportunidad de recordar. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">El texto
crítico de Ribeyro se propone como objetivo intentar una comprensión
global del autor analizado y para ello indica que "no hay mejor
introducción que su primer libro de cuentos, <i>Agua</i>, publicado en 1935".<sup>11</sup>
Y esta afirmación también posee su valor propio, pues aunque a Ribeyro
le ha interesado sobre todo el Arguedas novelista, no puede ignorar el
hecho de que este escritor se inició en las letras peruanas de la
primera mitad del siglo XX, con un notable libro de cuentos, todo un
hito en el proceso de la narrativa indigenista o neoindigenista<sup>12</sup>. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">De modo que
no duda en dedicar una buena parte del artículo a evaluar los relatos
que formaron parte de la primera obra arguediana y de esa manera
esclarece el derrotero que siguió el escritor andino para dar el salto
del cuento a la novela. Como nuestro propósito es, sobre todo, apreciar
la visión de Ribeyro sobre el proyecto novelístico de José María,
dejaremos de lado la lectura analítica de cada uno de los textos, pero
sí transcribiremos una afirmación del crítico que nos parece muy lúcida
y que ha sido ampliamente confirmada por los más notables estudiosos
de la obra de Arguedas. Al referirse al volumen aparecido en 1935,
Ribeyro sostiene con claridad que "este libro es como la célula matriz
de la cual todo el resto de su obra surge por crecimiento vegetativo y
se edifica, según una imagen ya usada, como una pirámide invertida".</span><sup><span style="font-family: Verdana;">13 </span></sup></div>
<sup> </sup>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">En efecto,
este es, por ejemplo, el planteamiento de Antonio Cornejo Polar al
examinar el sentido de la producción arguediana como un proceso de
crecimiento del mundo representado desde <i>Agua </i>(1935) hasta <i>Todas las sangres</i>
(1964); es decir, desde la representación de la aldea indígena hasta
la visión del Perú integrado a un contexto internacional.</span><sup><span style="font-family: Verdana;">14 </span></sup></div>
<sup> </sup>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Ribeyro
realiza una presentación exhaustiva e inteligente del mundo
representado que aparece en todos y cada uno de los cuentos y llega a
la conclusión de que la visión literaria construida por Arguedas es
insuperable. Pero también afirma que por suerte el autor no se quedó en
la pintura extraordinaria de la aldea, sino que amplió su objeto de
recreación verbal, y para ello eligió otro formato: el de la novela
corta que empleó en su obra <i>Yawar Fiesta</i> (1941). Y este dato
también es importante porque muestra que José María fue avanzando de
menos a más en el abanico de opciones que le ofrecía la narrativa para
plasmar sus creaciones verbales sobre el mundo andino que conoció, que
dicho de paso es un área cultural muy localizada: la del sur andino, en
la que se ha conservado hasta hoy un bilingüismo quechua–español muy
visible. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Ribeyro constata que en <i>Yawar fiesta</i>
hay un crecimiento del mundo representado porque se muestra a la
capital de la provincia, la ciudad de Puquio, que corresponde en el
mundo real, a una localidad que pertenece a la provincia de Lucanas, la
cual, a su vez, forma parte del departamento de Ayacucho, y este, del
Perú. La vocación realista del escritor se percibe en el uso de los
nombres de los lugares que son los mismos que se emplean en la vida real<sup>15</sup>. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">También hay
un propósito verista al presentar a "los pobladores de la ciudad en
cuatro grupos bien diferenciados: los terratenientes, los comuneros,
los mestizos o chalos y las autoridades"<sup>16</sup>. Las relaciones entre los diferentes grupos ya no están regidas por el maniqueísmo que se aprecia en los relatos de <i>Agua,</i>
sino por una complejidad muy rica, la cual se puede observar cuando en
la novela, el narrador nos sitúa ante la peripecia principal de la
historia: "la organización de una corrida de toros, tradicional en el
pueblo, en la que los indios drogados por el alcohol deben matar con
dinamita al Misitu". Este hecho funciona como un catalizador pues
dentro de cada uno de los grupos se puede encontrar opiniones opuestas
acerca de la necesidad de realizar la famosa corrida. Y las diferencias
obedecen a factores sociales, ideológicos y culturales que el narrador
maneja muy bien y que introducen en la novela una mayor complejidad,
propia del conflicto social característico del mundo andino. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Antes de ingresar a glosar las ideas de Ribeyro acerca de la siguiente obra de Arguedas (<i>Los ríos profundos</i>),
hay que advertir que este libro ya había sido objeto de un examen en
un breve artículo dedicado a ese fin y cuyos alcances hemos expuesto en
las páginas anteriores de este texto. Empero, al intentar el balance
global del sentido de la narrativa arguediana en el ensayo que estamos
comentando, vuelve a ocuparse de la segunda novela de Arguedas y al
hacerlo en 1970 enriquece la visión que nos había ofrecido en 1959. A
continuación veamos lo que agrega sobre esta novela. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">En <i>Los ríos profundos </i>(1958),
el proceso de crecimiento continúa visiblemente porque ya no es una
capital de provincia sino una capital de departamento el espacio en el
que se desarrollan los hechos que integran la historia, con el detalle
de que el inicio de la acción tiene como escenario la ciudad de Cuzco.
Los personajes principales se trasladan desde este lugar mágico hasta
Abancay, la otra ciudad andina donde el protagonista, Ernesto vivirá
los conflictos que identifican a esta novela, para muchos, la mejor de
las que publicó el gran escritor sureño. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Otra
observación interesante y que invita a una relectura de la citada obra
es la identificación de cuatro grandes temas "que se presentan sucesiva
o entrelazadamente: <b>el tema del viaje, el del internado, el de la revuelta y el de la peste</b>".
Al hablar del primero de ellos, Ribeyro destaca sus ilustres
antecedentes, que se remontan hasta la Odisea de Homero; indica luego
que en la novela ocupa los tres primeros capítulos y que era la primera
vez que Arguedas lo utiliza pese a haber viajado bastante y recuerda
que dicho tema permite que la llegada al Cuzco dé pie para una
descripción lírica y mágica "de la ciudad imperial, a través de la
mirada de un niño". Asimismo se presenta a la ciudad de Abancay,
escenario principal de la novela. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">La instalación del protagonista Ernesto en la ciudad capital y su ingreso a un colegio religioso trae consigo el tema del <b>internado</b>. Nos recuerda el articulista que cinco años antes que Mario Vargas Llosa en <i>La ciudad y los perros</i>
(1963), Arguedas muestra sin el despliegue técnico de aquél, pero sí
con una fuerza y dramatismo notables lo que ocurre en ese pequeño
universo de adolescentes encerrados en un ambiente opresivo y que
despierta el potencial instintivo de jóvenes privados de libertad y
ávidos de experimentar nuevas experiencias. Otra semejanza entre las
citadas novelas es que la autoridad, en el caso del libro de Vargas
Llosa, es ejercida por militares, mientras que en la de Arguedas, por
religiosos, y en ambos casos hay una disciplina opresiva que se impone
en base al fanatismo y la represión. Al interior del mundo de los
estudiantes se establecen jerarquías basadas en el predominio de la
fuerza física y esta observación nos hace recordar la posibilidad de
comparar los personajes líderes en cada una de las novelas. Incluso,
Ribeyro, con mucha agudeza, sugiere una semejanza entre "la perra
vargasllosiana, fetiche sexual" de <i>La ciudad y los perros</i> y la "opa o demente" de <i>Los ríos profundos,</i> que sirve para que los alumnos mayores aplaquen sus apetitos sexuales en la oscuridad de la noche. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Antes de
apreciar el análisis de dos temas de gran importancia ya citados,
queremos hacer una observación acerca de la confusión, no sabemos si
voluntaria o involuntaria, entre el ser humano real que fue Arguedas y
el protagonista de su obra, cuyo nombre es Ernesto, y que sin duda es
un alter ego del adolescente andahuaylino. Ribeyro habla del personaje
como si se tratara del Arguedas real. Y ya se sabe que nunca un ser
literario, por más que tenga su modelo en el mundo real, es igual a este
último, pues no hay forma de saber si todo lo que vive el ser de la
ficción también lo vivió el de la realidad. Son, pues, dos niveles de
realidad distintos. Hecha esta atingencia volvamos a los dos tópicos
pendientes. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">El tema de la <b> revuelta</b>
amplia el universo representado de la novela porque el ámbito de la
acción se desplaza del colegio a la ciudad, y los protagonistas ya no
son los escolares, sino un grupo de mujeres que venden chicha y que son
capitaneadas por doña Felipa, la chichera mayor. Lo singular es que
esta revuelta es narrada por Ernesto, el protagonista, quien no solo
observa sino que se identifica con la protesta y lucha de las
chicheras. Y cuando la represión irrumpe y busca liquidar la violencia
popular, ahí está el narrador para mostrar el enfrentamiento entre una y
otra fuerza y dar cuenta del fracaso de la rebelión y de la huida y
desaparición de Felipa, la chichera mayor. Al destacar la importancia
de este tema, Ribeyro opta por un criterio de lectura y de evaluación
muy pertinente en el caso de las obras narrativas, porque como señala
el escritor peruano Alonso Cueto "dramatizar las diferencias en una
sociedad llena de diferencias es algo que la narrativa peruana ha hecho
muchísimo".</span><sup><span style="font-family: Verdana;">17 </span></sup></div>
<sup> </sup>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">El otro tema en el que también alienta el conflicto es el de la <b>peste,</b>
que enfrenta a los colonos contra los pobladores de la ciudad de
Abancay que se resisten a ser invadidos por los primeros, que huyen
"del tifus que asola la zona cálida". La novela muestra que los
invasores llegan hasta la ciudad "pero no en son de protesta sino para
escuchar el sermón y recibir la bendición del padre Linares, de quien
esperan los libere del mal". Para enfatizar el simbolismo de esta
secuencia de la invasión de los colonos, Ribeyro recuerda las palabras
del propio Arguedas, quien señalaba el carácter premonitorio de esta
acción colectiva: "el día en que los campesinos abracen, en tanto que
fuerza social y política, una mística, ese día su empuje será
incontenible".</span><sup><span style="font-family: Verdana;">18 </span></sup></div>
<sup> </sup>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Luego de estas apreciaciones que permiten resaltar el valor no solo literario sino social de <i> Los ríos profundos,</i>
Ribeyro nos ofrece su lectura sobre otras dos novelas que el gran
escritor de Andahuaylas dio a conocer en vida. En realidad, de una de
ellas, <i>El sexto </i>(1961), hace un breve comentario porque la
considera una obra menor y aun fallida; sostiene que Arguedas parece
haberla escrito sin mucha convicción y para desembarazarse de una
experiencia que lo obsesionaba. Además trunca el proceso de crecimiento
en que estaba embarcado el autor pues abandona el mundo andino y
centra la acción en la región de la Costa, y dentro de esta en la
ciudad de Lima, y agrega que "desperdició en este libro la ocasión de
escribir nuestra gran novela carcelaria".</span><sup><span style="font-family: Verdana;">19 </span></sup></div>
<sup> </sup>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Y para terminar el balance sobre la narrativa de Arguedas, dedica las demás líneas a analizar <i> Todas las </i>sangres
(1964) a la que considera la ópera magna del autor pues "condensa toda
su experiencia del mundo feudal y todo su saber de novelista". En
efecto, esta es la obra en que el mundo representado crece hasta abarcar
Lima y gran parte del mundo andino y los personajes "pertenecen a
todas las categorías sociales y étnicas del Perú, un libro en suma
donde convergen "todas las sangres".</span><sup><span style="font-family: Verdana;">20 </span></sup></div>
<sup> </sup>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">De todos los
grupos y tipos humanos que enriquecen esta obra narrativa, a Ribeyro le
llama la atención una categoría social: la de los caballeros
empobrecidos, "que había sido mencionada una sola vez y en forma
episódica en <i>Los ríos profundos"</i>. Pertenecen a este sector
aquellos que son descendientes de viejas familias acomodadas y que como
consecuencia de los grandes cambios socio-económicos se han
empobrecido. Es el caso, por ejemplo, de los hijos de mineros cuyas
minas se agotaron y este hecho trajo consigo la ruina socio–económica
de estos seres que viven casi en la indigencia. Pese a ello, aún gozan
de ciertas consideraciones y participan en la vida de su localidad,
pero carecen de todo poder de decisión y la vida se les consume en
añorar su pasada grandeza y en odiar a los nuevos ricos. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Entre estos
últimos se encuentran, por ejemplo, los "cholos enriquecidos", que son
la contraparte del anterior pues son personas del campo "que con su
trabajo, su astucia o su deshonestidad" han hecho grandes fortunas y
por ello son más importantes que los caballeros empobrecidos y que los
"propios gamonales blancos de la región".<sup>21</sup> La galería de
grupos representados se ve enriquecida con la presencia de los
"campesinos proletarizados" que se vuelven tales porque carecen de
tierras para trabajarlas y se ven obligados a hacer de peones en las
minas. Dentro de este tipo, el narrador incluye como una variante al
"indio cholificado o ex indio: "aquel que estuvo en el ejército
cumpliendo su servicio militar, que vivió luego en Lima y que retorna a
su provincia con una mentalidad activista y combativa, convirtiéndose
en un peligro para el orden imperante".</span><sup><span style="font-family: Verdana;">22 </span></sup></div>
<sup> </sup>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">En <i>Todas las sangres</i>,
que ya no es solo una novela indigenista sino una obra que muestra la
realidad social y cultural de gran parte del Perú, aparecen "diversos
tipos de la oligarquía y alta burguesía capitalina (banqueros,
ministros, empresarios)"; pero dice Ribeyro que estos personajes no
están bien plasmados en tanto tales y que parecen "verdaderas
marionetas". </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Al margen de
esta objeción a la capacidad de Arguedas de recrear con verosimilitud
seres que no sean andinos ni feudales, señala nuestro escritor limeño
que lo más importante de esta novela es que muestra un mundo en
descomposición, en un proceso de cambio irreversible. Puntualiza,
además, que este "canto fúnebre del mundo feudal carcomido por sus
contradicciones internas" está encarnado por las figuras de "los
hermanos Fermín y Bruno Aragón de Peralta, que representan dos
concepciones antagónicas de las relaciones del terrateniente con el agro
y del propietario con los medios de producción".</span><sup><span style="font-family: Verdana;">23 </span></sup></div>
<sup> </sup>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">En síntesis,
don Fermín es el hermano con una mentalidad más moderna, que acepta el
capitalismo y está dispuesto a mejorar en algo el nivel de vida de sus
indios para explotarlos mejor. En cambio, Bruno es el terrateniente
tradicional, que se resiste al cambio y quiere que sus indios no se
contaminen ni con el capitalismo ni las costumbres nuevas que este
trae; en ese sentido se dice que su concepción de la vida es de
"inspiración tolstoiana". Las contradicciones entre estos dos
personajes se vuelven más complejas porque en la novela aparece
Demetrio Rendón Wilka, un "indio cholificado", personaje emblemático de
Arguedas porque representa al hombre que va a liberar a sus hermanos
de sangre y de clase. Él trata de encontrar una síntesis entre lo mejor
que cada uno de los hermanos Aragón de Peralta aporta: mejorar las
condiciones de vida de los indios y preservar lo más auténtico de sus
tradiciones. </span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Ribeyro
observa con mucha perspicacia que Demetrio muere trágicamente sin haber
podido alcanzar sus objetivos y esto mismo ocurre con el propio
Arguedas, con la única diferencia de que Rendón Wilka sucumbe por bala
de mano ajena y José María de la suya propia. Esta coincidencia no es
gratuita para Julio Ramón porque expresa en el nivel de la ficción y en
el de la vida real la imposibilidad del proyecto vital y artístico del
autor de <i>Todas las sangres</i>: conciliar lo inconciliable. En
otras palabras, cómo se puede modernizar y hacer progresar a un sector
social que tiene patrones de vida arcaicos pero coherentes y que entran
en contradicción con el ritmo y sentido del progreso. Quizá el
avizorar que finalmente la modernidad iba a destruir "la aldea arcaica
del ande" sea una de las causas que llevó a José María al suicidio.</span><sup><span style="font-family: Verdana;">24 </span></sup></div>
<sup> </sup>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">En suma, el
artículo analizado muestra el gran conocimiento y aprecio que Ribeyro
tenía de la obra narrativa de Arguedas. En su doble condición de
creador de ficciones y de agudo lector de los libros de sus colegas
escritores y connacionales, Julio Ramón supo visualizar el proyecto
novelístico que Arguedas fue realizando a lo largo de su vida y se dio
cuenta de que dicho proyecto poseía un carácter esencialmente realista y
dinámico porque representaba una realidad en permanente cambio. Es de
lamentar que en este artículo, por razones ajenas a su voluntad, Ribeyro
no haya tenido oportunidad de comentar la última y póstuma novela de
Arguedas, que apareció recién en 1971, mientras que el artículo está
fechado en 1970. </span> </div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Por otro
lado, este texto crítico invita a realizar una evaluación de la
producción novelística de Ribeyro formada, como sabemos, por tres
novelas: <i>Crónica de San Gabriel</i> (1960), <i>Los geniecillos dominicales</i> (1965)<i> y Cambio de guardia</i> (1975)<i>.</i>
El examen de estos tres textos, siguiendo los criterios de análisis
expuestos, permitiría preguntarse si en el caso del escritor de la
generación del 50 hay también un proyecto novelístico tan vital y
dramático como el de Arguedas, o solo estamos ante tres libros
independientes entre sí. También cabe destacar que al examinar las
obras del escritor indigenista, Ribeyro se concentra sobre todo en lo
temático y deja de lado la trama o la estructura narrativa. Ello puede
obedecer a que los libros de Arguedas poseen estructuras tradicionales
al servicio de temas referenciales vinculados a la realidad histórica,
social y cultural del Perú, y esto resulta más relevante para un lector
que está más interesado en las historias que en las técnicas. </span></div>
<b>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">Referencias bibliográficas</span></div>
</b>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">CORNEJO POLAR, Antonio (1974): Los universos narrativos de José María Arguedas. Buenos Aires: Losada.</span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">ESCAJADILLO, Tomás (1974): La narrativa indigenista. Lima: Amaru.</span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">FRANCISCO TUMI (2008): Entrevista a Alonso Cueto. El Comercio. Lima, 20 de julio.</span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">GONZÁLEZ
MONTES, Antonio (2005): Algunas técnicas narrativas en la cuentística
de Julio Ramón Ribeyro (La palabra del mudo. Tomo I). </span> <span style="font-family: Verdana;">Lima: Universidad de Lima, (proyecto de investigación).</span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">GUTIÉRREZ, Miguel (1988): La generación del 50: un mundo dividido. Lima: Ediciones Sétimo Ensayo, 1ª. Edición.</span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">HIGGINS,
James (2006): Historia de la literatura peruana. Lima: Editorial
Universitaria de la Universidad Ricardo Palma, 1ª. Edición.</span></div>
<div align="JUSTIFY" dir="LTR">
<span style="font-family: Verdana;">RIBEYRO, Julio Ramón (1976): La caza sutil. Lima: Editorial Milla Batres.</span></div>
<hr align="left" width="25%" />
<dl dir="ltr"> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">1
Estas páginas son parte de un trabajo de investigación sobre uno de
los libros de Julio Ramón Ribeyro: Solo para fumadores (1987). </span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">2 Gutiérrez Miguel. La generación del 50: un mundo dividido. Lima, Ediciones Sétimo Ensayo, 1988, 1ª. Edición.</span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">3 Ribeyro, Julio Ramón. La caza sutil. Lima, Editorial Milla Batres, 1976, 1ª. Edición</span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">4 Ribeyro, Julio Ramón (1976: 67). Este artículo se publicó en el Suplemento Dominical de El Comercio. </span><span lang="PT-BR"> <span style="font-family: Verdana;">Lima, 26 de abril de 1959, p. 2. Cf. Vidal, Luis Fernando (1976: 161). </span></span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">5 Ibidem, p. 67.</span></div>
<span lang="ES-MODERN"> </span></dd><dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">6
Cf. Antonio González Montes. Algunas técnicas narrativas en la
cuentística de Julio Ramón Ribeyro. Proyecto de Investigación. Lima,
Universidad de Lima, 2005, inédito.</span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">7 Ribeyro, Julio Ramón, op. Cit. P. 68.</span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">8 Los subrayados en negrita son nuestros. </span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">9 En otro trabajo que también está incluido en <i>La caza sutil</i>,
Ribeyro señala que "Arguedas ejemplifica la alternativa
español–quechua". Es decir que cuando decidió escribir tuvo que elegir
el español porque hacerlo en quechua hubiera limitado la difusión de
sus obras; pero el idioma literario que inventó para narrar es una
mezcla de ambas lenguas. Cf. "<i>Las alternativas del novelista</i>".</span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">10 Julio Ramón Ribeyro (1976: 85) </span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">11 Ibidem, p. 85 </span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">12 Cf. Tomás G. Escajadillo. </span><span lang="IT"><span style="font-family: Verdana;"><i>La narrativa indigenista</i>, Lima, Amaru, 1994. </span></span></div>
</dd><span lang="ES-MODERN"> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">13 Ribeyro, Julio Ramón (1976: 85)</span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">14 Cf. Antonio Cornejo Polar. <i>Los universos narrativos de José María Arguedas</i>. Buenos Aires, Losada, 1973. </span></div>
</dd><dd>
<br />
<div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">15 Véase una reciente lectura de la novela <i>Yawar Fiesta</i>. </span></div>
</dd></span> <span lang="PT-BR"><span style="font-family: Verdana;">Cf. Higgins, James (2006: 219).</span> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">16 Ribeyro; Julio Ramón (1976: 88). </span></div>
</dd></span><span lang="ES-MODERN"> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">17 Entrevista a Alonso Cueto, por Francisco Tumi, en El Comercio. Lima, domingo 20 de julio del 2008, a 2. </span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">18 Ribeyro, Julio Ramón (1976: 90). </span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">19 Un crítico señala que <i>El Sexto</i>
(1961) representa una novedad en la obra de Arguedas, en cuanto su
marco es la Costa, concretamente Lima. Cf. Higgins, James (2006: 289).</span></div>
<span style="font-family: Verdana;"> </span></dd><dd><span style="font-family: Verdana;">
<div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
20 Julio Ramón Ribeyro (1976: 91). </div>
</span> </dd><dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">21 En la novela <i>El tungsteno</i>
(1930) de César Vallejo, encontramos ya unos personajes que pertenecen
a esta categoría de los "cholos enriquecidos". Son los famosos
hermanos Marino y el narra</span><span style="font-family: Verdana;">dor
muestra de un modo irónico el momento en que estos personajes
ascienden socialmente y se vuelven feroces explotadores de los que
están por debajo de ellos.</span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">22 Ribeyro, Julio Ramón (1976: 92).</span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">23 Ibidem, p. 92. </span></div>
</dd> <dd><div align="JUSTIFY" dir="LTR" style="margin-bottom: 5px;">
<span style="font-family: Verdana;">24 Mario Vargas Llosa ha examinado este problema central en la narrativa de Arguedas en su libro <i>La utopía arcaica</i>, y llega a la conclusión de que tarde o temprano el mundo tradicional del ande </span><span style="font-family: Verdana;">será transformado por el torrente transformador del sistema capitalista.</span></div>
</dd> </span></dl>
</span></div>daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-87241083833452610652011-07-01T09:34:00.000-04:002011-07-01T09:35:03.183-04:00JULIO RAMON RIBEYRO, EL DECALOGO<h3 class="entry-title post-title"> JULIO RAMON RIBEYRO, EL DECALOGO </h3> <div class="post-header"> </div><p style="text-align: justify;"> <a href="http://photos1.blogger.com/blogger/4478/1992/1600/RIBEYRO8.0.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center;" src="http://photos1.blogger.com/blogger/4478/1992/400/RIBEYRO8.0.jpg" border="0" /></a><span style="font-size: 130%;"><br /></span><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/4478/1992/1600/RIBEYRO9.jpg"><br /></a><span style="font-size: 130%;">1. El cuento debe contar una historia. No hay cuento sin historia. El cuento se ha hecho para que el lector a su vez pueda contarlo.<br /></span><br /><span style="font-size: 130%;">2. La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real debe parecer inventada y si es inventada real.<br /></span><br /><span style="font-size: 130%;">3. El cuento debe ser de preferencia breve, de modo que pueda leerse de un tirón.<br /></span><br /><span style="font-size: 130%;">4. La historia contada por el cuento debe entretener, conmover, intrigar o sorprender, si todo ello junto mejor. Si no logra ninguno de estos efectos no existe como cuento.<br /></span><br /><span style="font-size: 130%;">5. El estilo del cuento debe ser directo, sencillo, sin ornamentos ni digresiones. Dejemos eso para la poesía o la novela.<br /></span><br /><span style="font-size: 130%;">6. El cuento debe sólo mostrar, no enseñar. De otro modo sería una moraleja.<br /></span><br /><span style="font-size: 130%;">7. El cuento admite todas las técnicas: diálogo, monólogo, narración pura y simple, epístola, informe, collage de textos ajenos, etc., siempre y cuando la historia no se diluya y pueda el lector reducirla a su expresión oral.<br /></span><br /><span style="font-size: 130%;">8. El cuento debe partir de situaciones en las que el o los personajes viven un conflicto que los obliga a tomar una decisión que pone en juego su destino.<br /></span><br /><span style="font-size: 130%;">9. En el cuento no debe haber tiempos muertos ni sobrar nada. Cada palabra es absolutamente imprescindible.<br /></span><br /><span style="font-size: 130%;">10. El cuento debe conducir necesaria, inexorablemente a un solo desenlace, por sorpresivo que sea. Si el lector no acepta el desenlace es que el cuento ha fallado.<br /></span><br /><span style="font-size: 130%;">“La observación de este decálogo, como es de suponer, no garantiza la escritura de un buen cuento. Lo más aconsejable es transgredirlo regularmente, como yo mismo lo he hecho. O aún algo mejor: inventar un nuevo decálogo”, JULIO RAMON RIBEYRO.</span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-73796822214976960122011-05-30T17:17:00.000-04:002011-05-30T17:19:15.431-04:00Nueva Nómada (Cinosargo 2011): Los Gallinazos sin Plumas, arte conceptual.<p style="text-align: center;"><img style="border: 0pt none; margin: 4px;" alt="portada_preview.jpg" src="http://cinosargo.bligoo.com/media/users/0/49205/images/public/9531/portada_preview.jpg?v=1306789303776" width="399" height="534" /></p> <p style="text-align: center;"><br /></p> <h3 class="entry-title post-title">"Los Gallinazos sin Plumas", arte conceptual. </h3> <p><br /></p> <p style="text-align: justify;">“<b>Los Gallinazos sin Plumas</b>” es un cuento escrito por <b>Julio Ramón Ribeyro</b>, reconocido escritor peruano, considerado uno de los mejores cuentistas de la literatura latinoamericana. La narración apareció por primera vez en el primer libro del autor (del mismo nombre que el cuento). Mas tarde fue compilado en "La Palabra del Mudo", recopilación de textos escritos por Ribeyro entre 1955 y 1977. El cuento en si ofrece una cruda visión de la explotación infantil y de la pobreza en Latinoamérica.</p> <p style="text-align: justify;"><br /><a target="_blank" href="http://www.cinosargo.com/"><b>Editorial Cinosargo</b></a> lanzará dentro de poco el primer número de "<b>Nómada</b>", revista que continua el trabajo realizado previamente con las adaptaciones de autores Chilenos, Juan Emar, Coloane y Bolaño publicados en la edición cero de esta serie. Más información sobre esa primera versión en el siguiente link. <a target="_blank" href="http://cinosargo.bligoo.com/media/users/0/49205/files/9531/entrevista_a_daniel_rojas_en_las_ultimas_noticias.pdf">http://cinosargo.bligoo.com/media/users/0/49205/files/9531/entrevista_a_daniel_rojas_en_las_ultimas_noticias.pdf</a><br /></p> <p style="text-align: justify;">En cuanto a la Nómada que dentro de poco irrumpirá en el medio nacional como revista periódica de Cinosargo, podemos destacar la presencia de diversas adaptaciones a comic de diferentes escritores de renombre, así como también el espacio para textos narrativos de autores consagrados y emergentes. </p> <p style="text-align: justify;">Dentro de este marco se traspasará a “Los gallinazos sin plumas” al mundo de las viñetas. El guión adaptado del original estará a cargo de<b> Edgard Lara</b>, mientras que la tarea de ilustrar correrá por parte de <b>Esteban “Fideo” Morales</b>.</p> <p style="text-align: justify;">A continuación las primeras ilustraciones parte del arte conceptual de la adaptación. <b>Clic en las imágenes para agrandar.</b></p> <p style="text-align: center;"><a target="_blank" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvhRIHOkxzpRUyiFfre3Z6NmkIT6vrU2q-fnwtRH1e_80miy3Lx4-SbInZ8Acp5gUssDfsWRUiMAPotQn4MeAVRB-Ez0Uf5C1zZUz3hnX8PrjfARxeSZiGKE-wkVDmPThjvXEnRMwsmLQ/s1600/DON+SANTOS+PREVIEW.jpg"><img style="border: 0pt none; margin: 4px;" alt="DON_SANTOS_PREVIEW.jpg" src="http://cinosargo.bligoo.com/media/users/0/49205/images/public/9531/DON_SANTOS_PREVIEW.jpg?v=1306789878861" width="384" height="278" /></a><br /></p> <p style="text-align: center;"><a target="_blank" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhi6wA00DhBEbwxXzUc7Zp-klJj8Bkf3H6EX4ozRk0gUzer2JZCkh4tivXwjoprawf8MlnkCTIFU9pIeuzm3iRwyQUYnojVCSfcYN-cwFBU-_ZIFTPudeifchmsCNhnxbI5_D1ISr3bNLg/s1600/EFRAIN+PREVIEW.jpg"><img style="border: 0pt none; margin: 4px;" alt="EFRAIN_PREVIEW.jpg" src="http://cinosargo.bligoo.com/media/users/0/49205/images/public/9531/EFRAIN_PREVIEW.jpg?v=1306789933111" width="366" height="276" /></a><br /></p> <p style="text-align: center;"><a target="_blank" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBiTsusM7SCmL_aylavCxCMVrEarfv_IDx9cX925hdXQOr8Skd1KYShTXCikjz1F3NjEXF97m0tBlE6HL9aPa9ispTD1f-WNU0CYMloiwVKsZ6Kn7umedy8AgcFiO354a_AjXlogZxsVI/s1600/enrique+preview.jpg"><img style="border: 0pt none; margin: 4px;" alt="enrique_preview.jpg" src="http://cinosargo.bligoo.com/media/users/0/49205/images/public/9531/enrique_preview.jpg?v=1306789975115" width="408" height="307" /></a></p><p style="text-align: center;"><b>Pronto más información.</b><br /></p> <p style="text-align: center;"><br /></p> <p style="text-align: center;"><br /></p> <p><br /></p> <p><br /></p>daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-13637739140850878812011-04-24T15:18:00.000-03:002021-07-10T12:07:21.629-04:00Julio Ramón Ribeyro, el cuentista flaco pegado a un cigarro<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBDY3Bt15iyX0ajsvRvYhssX2ZI5iHoJnIi1bRM3aYRHu6A2E1rGztggfOYcT6mX_n7w6TrH4JluDHQaYYCDgHwQ7tvZXCcqctT1dsVqkMowo4-lPRC1Okoei_GdLZbRskWrjGuwD3gYg/s225/ribeyro.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="202" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBDY3Bt15iyX0ajsvRvYhssX2ZI5iHoJnIi1bRM3aYRHu6A2E1rGztggfOYcT6mX_n7w6TrH4JluDHQaYYCDgHwQ7tvZXCcqctT1dsVqkMowo4-lPRC1Okoei_GdLZbRskWrjGuwD3gYg/w359-h400/ribeyro.jpg" width="359" /></a></div><br /><p align="center" class="Estilo12"><br /></p><p align="center" class="Estilo12">
</p><p align="center" class="Estilo12"><b>Julio Ramón Ribeyro, el cuentista flaco pegado a un cigarro</b></p> <p align="center"><span class="Estilo20">Por Gabriela García
</span><span class="Estilo21">La Tercera, 26 de Marzo de 2011 </span><span class="Estilo20">
</span></p> <p align="justify">Un hombre busca restos de colillas en los bordes del Sena. En sus bolsillos, vacíos como los de un espantapájaros, sólo hay un puñado de fósforos con los que un flaco Julio Ramón Ribeyro prende nicotina al invierno de París.
Corren los años 50, y el escritor peruano se ve obligado a vender sus libros de Balzac y Flaubert para pagar un piso con ventana hacia la calle. De esa precariedad, donde vagan los derrotados, así como de ceniza y vino tinto, está hecha la obra de quien revive en las librerías gracias a una nueva edición de sus cuentos completos y narrativa breve.
Publicada por Seix Barral con el título <i>La palabra del mudo</i>, según el crítico Julio Ortega "si el Perú desapareciera, éste podría ser reconstruido, gracias a estos relatos que quedan entre Chejov y Maupassant".
Nacido el 31 de agosto de 1929 en un barrio limeño de clase media, si Ribeyro es considerado una de las mejores plumas de Latinoamérica, esto en gran parte se debe a "ese 3% que la ciencia le deja al milagro", dice a <i>La Tercera</i> su amigo Alfredo Bryce Echenique.
"Eso fue lo que me dijo textual el médico que operó a Julio Ramón por un cáncer al esófago con metástasis en 1973. Y es que cuando tenía 40 años, lo dejaron en un apartado de vidrio empañado en que se solía dejar a los muertos para que se los llevaran ya", explica el autor de <i>Un mundo para Julius</i> sobre una vida marcada por el infortunio. </p> <p align="center"><b> Ausente por tiempo indefinido</b></p> <p align="justify"> Silencioso, melancólico y escéptico, el peruano que ganó el Premio Nacional de Literatura en 1983 escribió como si de niño estuviera viviendo los créditos de su propia tragedia. Así es cómo reza uno de los personajes de <i>La palabra del mudo:</i> "Se deslizó por el mundo inadvertidamente, como una gota de lluvia en medio de la tormenta".
Titulado <i>La vida gris</i>, con ese texto Ribeyro debutó en la literatura en 1948, en la revista Correo Bolivariano. Rescatado ahora en la reedición junto con su primer libro, <i>Los gallinazos sin plumas</i> (1955), y su autobiografía <i>Sólo para fumadores</i> (1987), ese relato lo escribió cuando estudiaba Derecho, carrera en que lo matriculó su madre para que sacara de la ruina a la familia que acababa de enterrar al padre.
Sin embargo, en 1952 una beca le permitió embarcarse a Europa y dedicarse a lo que verdaderamente le gustaba. "A pesar de lo que se piensa y dice del desorden con que escribía, fumando, bebiendo o cargando o las tres cosas a la vez, Julio Ramón fue un escritor genuino y lleno de ideas y proyectos", afirma Bryce sobre el coterráneo con el que selló una hermandad en París.
Fue un día cualquiera que Ribeyro se apareció en su casa buscando una cámara de fotos para registrar a su hijo que estaba por nacer. Como Bryce no tenía máquina, se pasaron la tarde andando, comiendo y bebiendo pisco, vino y agua ardiente en los bares donde Atahualpa Yupanqui dormía la siesta o Hemingway, en otra época, mataba la resaca. Las horas se volvieron días y el hijo que tuvo con su esposa Alida Cordero nació sin él.
"Era un hombre flaco con una tremenda expresión de despiste, como si hubiera llegado por la puerta de servicio y anduviera en busca siempre de una puerta de escape", lo recuerda Bryce.</p> <p align="center"><b> Sufrir para crear</b></p> <p align="justify"> Conserje, junior y reciclador de periódicos primero, luego periodista en France Presse, consejero cultural y embajador ante Unesco a fines de los 80, Ribeyro hizo de todo para sobrevivir mientras producía cuentos, ensayos y obras de teatro. Devorador de libros epistolares, entre lo mejor de su producción están <i>Prosas apátridas</i> y su diario <i>La tentación del fracaso</i>.</p> <p align="justify"> "El conformismo está tan arraigado en mí que me puedo acostumbrar a todo, incluso a la felicidad", confesaba el tipo solitario que Ortega recuerda "elegante aún en la pobreza". "Tenía el don de la palabra justa y de la fábula", dice.</p> <p align="justify"> Pero no tuvo la misma trascendencia para su contemporáneo Mario Vargas Llosa. Aunque fueron amigos durante 30 años y llegaron a compartir un departamento en París, el autor de <i>La ciudad y los perros</i> no le perdonó a Ribeyro la simpatía que éste tuvo con el presidente y general revolucionario Juan Velasco Alvarado. Ribeyro respondió diciendo que el Vargas Llosa de <i>Conversación en La Catedral</i> no era tan universal o que su amigo se había subido al carro de la celebridad.<i>"</i>Había una tendencia a imponer su voz, a escuchar menos, a interrumpir", escribió en sus diarios sobre el almuerzo que tuvieron en 1971.</p> <p style="text-align: justify;"> En 1993 Vargas Llosa lo retrató aún peor. En sus memorias <i>El pez en el agua</i> acusó a Ribeyro de acomodarse en los sucesivos gobiernos para no perder su cargo diplomático en Unesco. El capítulo se llamó <i>El intelectual barato </i>y produjo una fractura irreparable entre ambos. Ribeyro, esta vez, no contestó."Consideraba que sería una contienda desigual ya que Vargas Llosa, tenía acceso a los medios de comunicación y siempre tendría un público más amplio", revela el crítico de Ribeyro, Jorge Coaguila. </p><p style="text-align: justify;"> Alérgico a las entrevistas, según Bryce su pasión por el cuento por sobre la novela y su carácter huraño, lo marginaron del <i>boom</i>. Pero algunos escritores peruanos, como el entonces estudiante Coaguila, pudieron entrar en su departamento de Barranco y romper su hermetismo. "Recibir el atardecer con una copa de vino tinto, escuchando boleros, frente al mar, conversando sin protocolo es algo que no olvido. Su interés por personajes mediocres que sufren un chasco es una marca registrada. En sus libros no hay vencedores", recuerda Coaguila, quien hoy prepara una antología con su correspondencia.
"Anda a mi departamento. Si estoy te abro, si no, es porque estoy muerto", decía Ribeyro cuando lo instaban a salir. En los 90 el cáncer volvía feroz, pero él, salvo cinco años de abstinencia, "no podía escribir sin tabaco", cuenta Coaguila.
"Siempre es necesaria una dosis de sufrimiento para poder crear", señaló Ribeyro en 1994 a la TV peruana cuando parecía salvarse otra vez. Había ganado el Premio Iberoamericano Juan Rulfo y el galardón podía sacarlo de la penumbra. "Tenía ese estoicismo del que hace de la renuncia un estilo de vida. Pero cuando lo premiaron, lo primero que hizo fue visitar Nueva York. Hizo como hubiese hecho un personaje de sus cuentos, renunció a seguir renunciando, y se dio el gusto de ese último viaje", agrega Ortega.
Dos meses después de anunciado el premio, el 4 de diciembre, cuando sus amigos lo fueron a buscar para la ceremonia, la puerta de su casa simplemente no se abrió. Ribeyro esta vez viajaba en un féretro rumbo al cementerio Jardines de la Paz , en Lima, con una de Marlboro en la solapa. Tenía 65 años. Su sombra se quedó murmurando en el Sena.</p><p style="text-align: justify;">
</p><p style="text-align: justify;">
</p>daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-45181840272681728002011-04-23T13:13:00.002-03:002011-04-23T13:16:00.331-03:00En busca de los diarios perdidos de Julio Ramón Ribeyro<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-xmqp1WiKJJ4f3DuSNf3IYyFp3QZ0lv3brQ-yLoUazyAKX2VuSKZL0BTRSbMNZq15H99b94FOS2HMXRpK43g1YXS4K1te-kEhOBkHoIDYDDGHkfoRdpdtTPXLe2Rksfja0bvPWhQRSPg/s1600/dz190411.jpg"><img style="cursor: pointer; width: 400px; height: 273px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-xmqp1WiKJJ4f3DuSNf3IYyFp3QZ0lv3brQ-yLoUazyAKX2VuSKZL0BTRSbMNZq15H99b94FOS2HMXRpK43g1YXS4K1te-kEhOBkHoIDYDDGHkfoRdpdtTPXLe2Rksfja0bvPWhQRSPg/s400/dz190411.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5598813200161479330" border="0" /></a><br /></div><p class="Estilo22" align="center"><br /></p><p class="Estilo22" align="center"><br /></p><p class="Estilo22" align="center">En busca de los diarios perdidos de Julio Ramón Ribeyro </p> <p align="center"><span class="Estilo20"><strong>Por Diego Zuñiga H.<br /> </strong></span><span class="Estilo21">Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 27 de Marzo de 2011</span><span class="Estilo20"><strong><br /> </strong></span><br /></p> <p style="text-align: justify;">En esa habitación hay estanterías repletas de libros. Y de cuadernos. Y de archivadores. En esa habitación, Julio Ramón Ribeyro escribió cuentos, partes de sus novelas, diarios, muchas páginas de sus diarios. De los que aparecen en <em>La tentación del fracaso</em> -que los recopila desde 1950 hasta 1978-, pero también de los que aún permanecen inéditos. Diarios acerca de su vida en París y sus distintos viajes por Alemania, Bélgica o España, como también de sus regresos a Lima.<br /> <br />En esa habitación, en distintos momentos, dos jóvenes escritores vivieron la misma experiencia casi epifánica: un día, en los años ochenta, Ribeyro los dejó entrar y les mostró sus diarios cuando aún no pensaba en publicarlos. Ambos jóvenes escritores -Santiago Gamboa ( El síndrome de Ulises ) y Guillermo Niño de Guzmán ( Caballos de medianoche )- ingresaron a la habitación y vieron lo mismo: las estanterías repletas de libros y en una parte de éstas -en el estante más cercano al piso-, cuadernos, muchos cuadernos y archivadores con los diarios de vida de Julio Ramón Ribeyro.<br /> <br />Niño de Guzmán cuenta: "Toda la tarde me dejó hojearlos al azar, a mi voluntad, y me encontré con pasajes memorables". Y Gamboa cuenta: "Me senté en el suelo y los empecé a ver. Cosas a mano, hojas de hoteles, diarios pasados a máquina; algo extraordinario".<br /> <br />Según Gamboa, había 4 mil hojas. Según Alfredo Bryce Echenique -amigo entrañable de Ribeyro y quien también leyó, alguna vez, sus diarios antes de que los publicaran-, eran más de 50 cuadernos y carpetas. Según Jaime Campodónico, el editor que publicó los primeros tomos de <em>La tentación del fracaso</em> (en Perú se editó en tres volúmenes), había material para publicar entre siete y nueve tomos más. Es decir, muchas, pero muchas más páginas que las 704 que contiene La tentación del fracaso .<br /> <br />Esta historia es sobre esas páginas: las que quedaron inéditas, las que están guardadas en un banco en París, pues, como apuntan varios amigos y editores de Ribeyro, Alida Cordero -su viuda- no las ha querido publicar. Esas que van desde 1979 hasta 1994 -año en el que fallece el peruano-, justo cuando había ganado el Premio Juan Rulfo y su obra comenzaba a ser reconocida.<br /> <br /> ¿Qué pasó con los diarios?<br /> <br /> A partir de cierto momento, la historia de Julio Ramón Ribeyro se confunde con la historia de sus libros. Leer <em>La tentación del fracaso</em> o <em>La palabra del mudo</em> -sus cuentos completos- parecieran ser la mejor muestra de que vida y obra, acá, se fundieron casi completamente. Porque leer un cuento como "Solo para fumadores" -una apología del acto de fumar y, de paso, un retrato de los años cuando operaron a Ribeyro, dos veces, de cáncer- o revisar cualquier página de sus diarios, resulta, a ratos, el mismo ejercicio.<br /> <br />"Sólo faltaba eso: me tienen que operar. El médico me habló de una úlcera subcardial que ha cicatrizado mal y me obstruye el esófago (...). Ya no queda otra opción: voy al matadero", anota, en su diario, el 4 de enero de 1973. Y en "Sólo para fumadores" escribe: "Me desperté siete horas más tarde cortado como una res y cosido como una muñeca de trapo (...). Prefiero no recordar las semanas que pasé en el hospital alimentado por la vena y luego por la boca con papillas que me daban en cucharitas".<br /> <br /> Quizás por eso <em>La tentación del fracaso</em> es un libro tan importante. Porque explica parte de la obra de Ribeyro -que, por supuesto, también se puede leer sin las claves autobiográficas-, pero además porque es uno de los diarios de escritores más deslumbrantes de los que se pueda tener memoria.<br /> <br />En la introducción del diario, Ribeyro anuncia que serán diez o doce volúmenes los que compondrán este libro -sólo alcanzó a publicar los primeros tres-, lo que deja en el aire todo ese material inédito. ¿Qué pasó con esos diarios?<br /> <br />"Yo los vi. El acuerdo que tenía con Julio Ramón, era que yo publicara todos los diarios", cuenta Campodónico. Esto ocurrió a principios de los noventa, cuando Ribeyro decidió trasladar todo su material inédito desde París a Lima y no imaginaba que aquellos años serían los últimos de su vida.</p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;"><strong> Los sobrinos de Ribeyro</strong></p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;"> <em>La tentación del fracaso</em> no sólo es una acumulación de hechos autobiográficos, sino más bien un libro que deambula, sin problemas, por los caminos del ensayo y el aforismo. Ribeyro habla de su vida y de sus amigos peruanos perdidos en París, pero también reflexiona acerca de la obra de sus contemporáneos (elogia <em>La ciudad y los perros</em> , de Vargas Llosa, como también <em>Un mundo para Julius</em>, de Bryce Echenique), sobre el ejercicio de leer y de escribir ("La gran admiración que nos despierta un escritor se nota no tanto en que nos impone la lectura de su obra, sino la lectura de sus lecturas preferidas") y sobre su propia figura de autor: "Escritor discreto, tímido, laborioso, honesto, ejemplar, marginal, intimista, pulcro, lúcido: he allí alguno de los calificativos que me ha dado la crítica. Nadie me ha llamado nunca gran escritor. Porque seguramente no soy un gran escritor", anota en 1976.<br /> <br />Sin embargo, su obra sí alcanzó a tener reconocimiento mientras él vivió, como cuenta Bryce Echenique: "Siempre fue un hombre muy seguro de lo genuino de su escritura y que nunca buscó la moda. Se mantuvo fiel a lo que él era, y tal vez por eso y porque su obra fue fundamentalmente cuentística, quedó fuera del llamado boom latinoamericano, aunque era muy respetado por estos escritores. Voy a citar a dos que cuando me conocieron me pidieron por favor que les presentara a Ribeyro: uno fue Julio Cortázar y el otro fue Juan Rulfo. Los dos lo habían leído, y se los presenté porque tenían una admiración ciega por Julio Ramón".<br /> <br />Pero, sin duda, fue durante sus últimos años en Lima, a partir de 1990, cuando Ribeyro vivió con mayor certeza el reconocimiento de su obra. Jorge Coaguila, experto ribeyriano y autor de ensayos y entrevistas al autor, lo conoció en aquel tiempo y recuerda el mítico lanzamiento del tomo 4 de <em>La palabra del mudo</em>, cuando el lugar se repletó: "Había muchas expectativas, porque no publicaba cuentos desde 1978 y ya para muchos era el mejor cuentista peruano de todos los tiempos. Entre las cosas que ocurrieron ese día, un sobrino suyo quiso entrar al auditorio y le dijo a un guardia: 'Yo soy sobrino de Ribeyro, quiero pasar'. Y éste le respondió: 'Lo mismo me han dicho muchos, así que no lo puedo dejar entrar. Son demasiados sobrinos'".</p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;"><strong> Los años finales</strong></p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;"> Para muchos amigos de Ribeyro, estos años en Perú fueron los más felices de su vida. "Durante ese tiempo no lo vi, porque yo estaba en Francia, pero sé que recibió todo el amor del mundo, bebió -como siempre, moderadamente-, fumó y estuvo rodeado de amigos escritores, todos jóvenes, quienes lo admiraban profundamente", cuenta Bryce Echenique. Son los años, también, en que recibe el Premio Juan Rulfo y viaja, por primera vez, a Nueva York, donde comenzaría el final de su historia. Allá se enfermó y regresó a Lima, donde fue hospitalizado para no salir más. Son, justamente, esos años los que están registrados en los diarios inéditos y que Ribeyro, cuando se estaba muriendo, decidió que su hermano Juan Antonio los buscara y los guardara. "Le dijo a su hermano que se los llevara a su casa, porque no quería que los diarios quedaran a la deriva. Confiaba en que él pudiera publicarlos, pero a la muerte de Julio Ramón, Alida se dio cuenta de que faltaban los diarios y pidió que se los entregaran", cuenta Lucy Ipenza, viuda del hermano de Ribeyro, quien alcanzó a leer los diarios, mientras los tuvo, pero prefiere no hablar acerca de su contenido.<br /> <br />Luego de eso, los diarios regresaron a París -están en un banco-, donde vive actualmente Alida Cordero y en quien recae la responsabilidad, según los entrevistados de esta historia, de que aún esos diarios permanezcan inéditos.</p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;"><strong> El heredero de Ribeyro</strong></p><div style="text-align: justify;"> A Alida le molesta que piensen que los últimos años de Ribeyro fueron los más felices de su vida. "Son tonterías. Fue feliz cuando nos casamos, fue feliz cuando tuvo a su hijo. Tuvo amantes en Lima, pero eso no es sólo la felicidad, sino no hubiera regresado (durante los noventa, Ribeyro volvió un par de veces a París). Una cosa es estar en un trabajo y tener responsabilidades, y otra es quedarse de vacaciones sin ninguna responsabilidad aparte de escribir", explica Alida acerca de los años en Lima, cuando él sólo se dedicaba a la literatura. El hijo que ambos tuvieron y que se llama igual que Ribeyro, agrega: "Recuerdo que tuvo años muy felices en París. Pero es cierto, el hecho de dejar de trabajar y de volver a su patria, yo creo que lo puso muy alegre".<br /> <br />Él -que es director de fotografía- es el heredero directo de la obra de Julio Ramón Ribeyro. Sin embargo, es Alida quien ha manejado las publicaciones después de la muerte del peruano. Al plantearle la pregunta de por qué no ha querido publicar los diarios inéditos, ella explica en primera instancia: "No sé si hay un gran interés de parte de las editoriales. A éstas les interesa que el autor esté vivo. El día que encuentre una gran editorial que me certifique una distribución íntegra, tendrán como premio el segundo tomo de <em>La tentación del fracaso</em> ". Y Julio Ramón hijo, añade: "Es un trabajo muy delicado, porque mi padre corregía las cosas y no sé hasta qué punto las últimas partes del diario fueron revisadas. Sería un trabajo que habría que hacer con mucha seriedad y con mucho cuidado".<br /> <br />Además de este detalle de la corrección, Julio Ramón menciona otro: "No sé si una vez que se ha muerto un autor, haya que publicar todos sus borradores, porque supongo que había cosas que no le gustaban y las sacaba. Entonces no es una decisión cualquiera". Su madre concuerda con esta opinión, aunque confiesa que no cierra, completamente, la posibilidad de que se publiquen y así se cumpla, de alguna forma, con la dedicatoria que le escribió Ribeyro a Jaime Campodónico en la primera página de un ejemplar de <em>La tentación del fracaso</em> : "Este es el primer tomo y quiero que cumplas con editar los 10 siguientes. Un abrazo, Julio Ramón".<br /></div>daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7635742826405269410.post-6553361611756246552010-12-20T08:40:00.001-03:002010-12-20T08:42:57.479-03:00Crítica al proyecto esotérico en La Insignia de Julio Ramón Ribeyro<p style="text-align: center;"><img class="pinkynail toggle" src="http://www.leergratis.com/files/2008/08/pmudo-150x150.jpg" width="197" height="197" /></p> <p style="text-align: justify;"><br /></p> <p style="text-align: justify;"><br /></p> <p style="text-align: justify;"><b>Autor: <span class="post_vcard_data_author">Gonzalo Valdivia Dávila</span></b></p> <p style="text-align: justify;"><br /></p> <p style="text-align: justify;"><a target="_blank" href="http://julioramonribeyro.blogspot.com/">Julio Ramón Ribeyro </a>(1929-1994) es un escritor representante del realismo urbano en la narrativa peruana de la generación de 1950 junto a <a href="http://www.biografiasyvidas.com/biografia/z/zavaleta.htm">Carlos Eduardo Zavaleta</a>, Enrique Congrais Martín, Manuel Scorza, entre otros. Ribeyro destacó en el cuento, <b>fue muy crítico de las fisuras entre las clases sociales</b> y los proyectos de movilidad social de gente que termina en el fracaso o si no en la insatisfacción personal. Uno de estos cuentos es la Insignia (1952), trata de un hombre que encuentra <b>la insignia de una sociedad esotérica</b>, la usa y comienza a encontrarse con miembros de esa organización, al cabo de diez años asciende a presidente pero el desconoce el sentido de la misma y cree que las rayas rojas <b>que pinta en sus conferencias deben contener la respuesta</b>. Este relato aparece por primera vez en el libro de Ribeyro <a href="http://www.librosperuanos.com/autores/julio_ramon_ribeyro.html">Cuentos de circunstancias </a>(1958) y posteriormente es recopilado en su obra completa titulada <a href="http://orbita.starmedia.com/jcoagui/libros/palabra.htm">La palabra del mudo</a>, editada en cuatro volúmenes, de 1973 a 1992.</p> <p style="text-align: justify;"><img class="toggle pinkynail" src="http://www.leergratis.com/files/2008/08/151_1335-150x150.jpg" /> <img class="toggle pinkynail" src="http://www.leergratis.com/files/2008/08/jrr-caricatura.jpg" /> </p> <p style="text-align: justify;">Es bien sabido que las sectas esotéricas han buscado adeptos por todo el mundo, <b>ofreciendo conocimientos secretos que vagamente pueden explicar</b>, adiestran a sus adeptos en sus principios místicos, pero siempre controlando el avance y el acceso a libros de la organización según grados en los que promueven a sus miembros. Además estas sociedades proclaman querer cambiar la sociedad de una manera burda y ambigua, <b>sin delimitar sus proyectos</b>, fines ni métodos, piden total sumisión y en muchos casos ceder todo o gran porcentaje de las rentas de sus acólitos para la organización.</p> <p style="text-align: justify;"><span id="more-1909"> </span><br /><br /><b>La organización demuestra su rango internacional</b>: El cuento sucede en Lima, Perú, pero la secta tiene conexiones con otras similares en distintos países. El librero Martín que hace conocer la organización al narrador, <b>por verlo usar la insignia</b>, le habla del reciente asesinato en Praga de Feifer, un miembro destacado, luego de tres años ya habiendo recibido el primer grado al año, el narrador es enviado por toda América <b>a distintas locaciones de su organización</b>. Parte del progreso ofrecido por estas sociedades a sus adeptos es el ofrecimiento de viajes pagados por los jefes y directivos para cumplir misiones que redundan en su promoción en los grados de la secta. La renta del narrador cuando llega a presidente alcanza los 5000 dólares, <b>cifra significativa para la época del relato</b> y además es una moneda internacional por su poder adquisitivo. El objetivo de la secta es captar adeptos por todas partes <b>sin especificar la calidad del conocimiento ofrecido</b>, con el fin de obtener rentas de los aportes de los miembros, sin embargo la cúpula de esta organización podrá <b>asignar rentas a miembros antiguos que considera útiles</b> para ganar dinero y asegurar el crecimiento de su organización.</p> <p style="text-align: justify;"><img class="toggle pinkynail" src="http://www.leergratis.com/files/2008/08/julio-150x150.jpg" /><img class="toggle pinkynail" src="http://www.leergratis.com/files/2008/08/foto-ribeyro1-150x150.jpg" /> <img class="toggle pinkynail" src="http://www.leergratis.com/files/2008/08/julio_ramon_ribeyro-150x150.jpg" width="131" height="131" /> </p> <p style="text-align: justify;"><b>Los encargos insólitos de la secta</b>: Para las sectas esotéricas <b>es vital mantener una aureola de ocultismo</b> que llame la atención de sus adeptos y los motive a continuar en ella. El narrador realiza encargos sin sentido como conseguir papagayos, copiar números telefónicos, adiestrar a un mono, estas tareas extrañas mantienen el velo de misterio en sus encargados por su rareza, la secta sustituye <b>la entrega de un conocimiento sólido por símbolos que guardan apariencia de exotismo</b>. Además tuvo que espiar a mujeres que luego desaparecen sin dejar rastro. La secta como la mafia regula el avance de sus miembros, las mujeres desaparecidas son las que han acumulado información vital de los jerarcas de la secta en relaciones de alcoba y son peligrosas para la seguridad de la organización. Estas sectas influyen <b>en la mente de gente que cree que accederá a ese conocimiento secreto algún día</b> y que cree asimilarlo por la exposición de imágenes, símbolos y lecturas superficiales de carácter seudo científico y carentes de rigor académico. El último encargo del narrador fue fabricar una gruesa de bigotes postizos; esto representa el afán de esconder la identidad de los jerarcas de la secta y <b>su preocupación por no ser identificados en público</b>. Las sectas tienen proyectos que proponen ejecutar en una agenda incierta, como en la realidad estos objetivos exceden las fuerzas de su organización, <b>los altos mandos prefieren mantenerse en la clandestinidad</b> para no ser criticados por su falta de logros en cuanto al cambio de la sociedad, en el que de llegar según sus designios les conferiría una posición de liderazgo y poder que equivaldría al control del Estado.<br /><b> </b></p> <p style="text-align: justify;"><b>El silencio sobre la insignia</b>: Este cuento solo dice que la insignia de la secta es de plata y que posee signos incomprensibles, no nos informa sobre su forma ni diseño, <b>eso la hace arquetípica de cualquier organización esotérica</b>, su importancia es sólo para su agrupación, todos lo miembros de la secta la llevan, tampoco se habla si esta secta se encuentra en competencia con otras de su misma clase o si de lo contrario establecen nexos entre los distintos jerarcas de estas organizaciones <b>para colaborar en su proyecto a largo plazo de toma de poder de la sociedad</b>. La insignia se propaga por el narrador al establecer nuevas filiales en el continente, el mismo se siente desconcertado del progreso de su secta y sigue sin comprender el significado del conocimiento de la misma. <b>Todo parece ser superficial por el silencio</b>, el narrador como colaborador trabaja con energía pero solo dejándose llevar por la voluntad de sus superiores.</p> <p style="text-align: justify;"><img class="toggle pinkynail" src="http://www.leergratis.com/files/2008/08/caricatura-150x150.jpg" /><img class="toggle pinkynail" src="http://www.leergratis.com/files/2008/08/imagen2-150x150.jpg" width="136" height="136" /><img class="toggle pinkynail" src="http://www.leergratis.com/files/2008/08/ribeyro1-150x150.jpg" width="129" height="129" /> </p> <p style="text-align: justify;"><b>Conclusión</b>: El <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Esoterismo">esoterismo</a> puede inducir a una persona a colaborar en sectas y organizaciones pero no llega a convencer plenamente a sus adeptos <b>del valor del conocimiento que dicen impartir</b>. Las sectas proveen una atmósfera de extrañeza y ocultismo que sirve para enganchar a los adeptos y evitar su deserción pero que no justifica su razón de ser. Esta falta de fundamento intelectual o científico en la secta <b>produce el desencanto del narrador</b> de este cuento, quien se deja dirigir y comparte actividades por una energía que no puede explicar. Estas sectas son criticadas porque lo único que hacen es <b>explotar la credibilidad de sus adeptos</b> para crecer y sustentarse. El misterio sobre su origen y sus conocimientos sirve para ocultar la banalidad de los mismos, porque en el fondo <b>no hay nada edificante ni sustancial</b> que pueda provenir de ellos.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>daniel rojas pachashttp://www.blogger.com/profile/11805401690051993255noreply@blogger.com1